«Por supuesto, hay excepciones, pero estar embarazada es una experiencia física maravillosa. Sería como decir que la fecundación in vitro te evita la carga de tener que follar, como si las relaciones sexuales no se produjeran por placer, aquí se manifiesta un sistema que niega el placer de los cuerpos. Luchemos por nuestro placer, porque nos lo están arrebatando». María Llopis
Obra cabecera: Born in Berlín (2012) Joanna Rajkowska
Conversación con la artista, investigadora, performer y activista, María Llopis (Valencia, 1975), cuya publicación «Maternidades subversivas» (2015) nos ha inspirado e impulsado hacia un territorio de emancipación que posibilita otras formar de organizar la crianza de manera no-normativa, no-falócrata, para los cuerpos que aterrizamos en la gestación y sostén.
La investigación de Llopis trabaja por la despatriarcalización del sentir de los cuerpos reivindicando los bio-procesos o procesos encarnados que atraviesan a los cuerpos como estadios sexuales. Recordándonos que debemos vivirlos gozosamente, es nuestro derecho.
Luisa- María, tu investigación parte de dar visibilidad a otras maneras de criar y de organización del sostén no-normativas desde otros ejes de coordenadas distintos a las sociedades falocéntricas en las que vivimos. Me gustaría que me contaras de todos los distintos modos de sostener, ¿cual te ha parecido más fácilmente exportable a nuestro contexto?. No sé a ti, pero a mi me cansa mucho ese discurso oficialista de «socializar» el cuidado y que su traducción de facto en nuestras sociedades sea escolarizar a los cuatro meses en una escuela infantil o externalizar/privatizar el cuidado. No entiendo que desde el propio feminismo hegemónico no se ofrezcan opciones de socialización que respeten las necesidades de las criaturas donde socializar no sea sinónimo de externalizar. ¿Podemos cuidar y ser cuerpos sostenedores emancipados?
María- Sí, en efecto, cuando pedimos ayuda para criar la respuesta desde algunos feminismo es la de externalizar el cuidado. Pasa también con el cuidado de personas mayores. Hay una falta de entendimiento de las necesidades de las criaturas y de las madres en la crianza. Yo creo que el fallo está en que no se escucha a las madres, no se confía en ellas.
Siempre pongo un ejemplo: cuando el bebé nace tú necesitas que alguien esté contigo para cocinarte, lavar ropa, ir a comprar, etc. Pero al cabo de unos meses necesitas que alguien te cuide el bebé para tú poder hacer esas cosas, porque necesitas hacer cosas sin el bebé. ¿Cuándo se produce el cambio? En cada mujer es diferente. Simplemente hay que preguntar con humildad. Esa es la forma de ayuda efectiva. ¿Qué necesitas? ¿Que te tenga el bebé en brazos? Voy. ¿Qué te cocine? Ok. Falta un respeto básico a la voz de la mujer, y no solo en la maternidad. Se nos quieren vender fórmulas sobre lo que necesitamos, nosotras o nuestros hijos, y la realidad es que cada mujer y cada criatura va a necesitar cosas diferentes en tiempos diferentes (de hecho una mujer puede necesitar cosas distintas en distintas crianzas). La labor de la sociedad es facilitar, simplemente, sin juzgar.
Y esta es la aparte más difícil. Pero no es difícil porque sea difícil de poner en la práctica, sino porque nos cuesta no juzgar.
Luisa- ¿Crees que también existe la lógica patriarcal muy insertada de expropiarnos la capacidad de gozar y amar desde el cuerpo en todo lo relacionado con la reproducción social como cuerpos-gestantes o cuerpos-sostenedores?. Parece que el cuerpo que cuida no-goza con eso, porque es incestuoso, o que el amor hacia las criaturas es una carga. Entiendo que la asimilación de la crianza como carga viene de la acumulación histórica sobre nuestros cuerpos de manera forzada por la naturalización del cuidado y las detestables narraciones culpa-autocensura-devoción-sacrifico que significaba la maternidad desde el paterfamilias romano pero, ¿podemos pensar que estamos en un momento de re-configuración de lo que significan los cuidados realizados por cuerpos emancipados?
María– Hace poco estaba leyendo un artículo sobre úteros artificiales en The guardián y me sorprendió leer que esta práctica podría liberar a las mujeres de la «carga» del embarazo. ¿La «carga» del embarazo?!, ¿qué carga?
Por supuesto, como en todo, hay excepciones, pero estar embarazada es una experiencia física maravillosa. Sería como decir que la fecundación in vitro te evita la carga de tener que follar, como si las relaciones sexuales no se produjeran por placer, aquí se manifiesta un sistema que niega el placer de los cuerpos. Luchemos por nuestro placer, porque nos lo están arrebatando.
Por supuesto que follar con alguien a quien no deseas puede ser horrible, así como estar embarazada y tener que trabajar en algo en lo que no estás preparada para trabajar o dar la teta y no poder tener ayuda. Lo que quiero es que una violación es algo horrible, ¡¡¡¡¡pero las relaciones sexuales deberían ser placenteras!!! Lo mismo con el embarazo, el parto y la crianza, que son estadios sexuales.
Luisa- ¿Podemos plantear otros ejes de coordenadas donde cuidar sea sinónimo de emancipación dado que no tenemos que identificar cuidar o sostener con poner lavadoras o que dar la teta sea encierro en el espacio público?. Mi experiencia y la que comparto con lxs pensadorxs que estamos ahora intentando articular otro nuevo andamiaje de la maternidad, veo que trabajamos sin parar en el espacio público llevando adelante las tareas propias del cuidado en el espacio privado. ¿No estamos ante un cambio generacional que obliga a cambiar ciertos paradigmas para que cuidar no sea sinónimo de reforzar los roles de género ni mitologizar la feminidad?
María- Hay una demonización del espacio privado, como si quedarse en casa a criar fuera lo peor. Lo peor es no respetar los deseos de las personas, juzgar y condenar si una mujer desea trabajar en el espacio público, está muy bien, pero si una mujer desea hacerlo en el espacio privado, respeto. Eso sí, que no sea en condiciones de esclavitud (por techo y comida), sino con sueldo y cotizaciones a la seguridad social.
Luisa- A mí personalmente no me interesan las lavadoras, ni los postres, ni ser una experta en nutrición infantil o que el hogar sea una patena franquista, ni tampoco el esencialismo de Laura Gutman, pero si me interesa la experiencia de aprendizaje interno de compartir el espacio y tiempo con nuestras criaturas. También me interesa lo que sucede en mí proceso de decolonización interna en relación a tener que asumir la interdependencia que existe de manera real en la sociedad frente al proceso de colonización masculinizada que vivía antes de ser un cuerpo gestante y un cuerpo sostenedor. María, ¿qué es lo que te interesa de la experiencia del cuidado?
María- No entiendo muy bien esta pregunta. Yo quiero poder sostener a mi hijo y crecer juntos, criarle y aprender cada día de él. A mí lo que más me ha enseñado la crianza es a respetarme y cuidarme a mí misma (algo con lo que antes tenía dificultades), porque la única forma de que mi hijo aprenda a cuidarse, a respetarse y a ser feliz, es siéndolo YO.