“Malestar y confinamiento. Cuidar encerradas”. ¿Cómo no nos va a producir malestar la pérdida de libertades civiles y el no reconocimiento económico y político del trabajo ingente que supone cuidar de menores a cargo en un espacio doméstico confinado? ¿Cómo no vamos a sentir malestar al asistir a la activación de resortes machobélicos que están siendo usados para el manejo de toda esta crisis sanitaria?

Obra cabecera: Hôtel du Pavot, Chambre 202 (Poppy Hotel, Room 202)
(1970-73) de Dorothea Tanning. Obra perteneciente al Musée National d’Art Moderne, Centre Georges Pompidou, París.

Aquí el texto publicado en Salto Diario sobre el malestar por la disciplina militarizada que coloca a la familia nuclear como identidad única de organización social borrando todas las particularidades de cada unidad familiar, parando en seco el movimiento de emancipación en el que estábamos —y en el que seguiremos— las que habíamos decidido formar una unidad familiar a pesar de este páramo social individualista y con ello salir de las estrechezes logísticas y emocionales de este formato familiar extinto (el nuclear) poco compatible con las necesidades de una crianza en condiciones de bienestar (…)

Además el macho-escenario-deseable o lo que se espera de nosotras como cuerpos “mujeres” madres durante esta excepcionalidad social es la autocensura. Ser las valedoras de la corrección y contención socioemocional en los grupos de whatsupp, en los tinglaos laborales y en cualquier entorno social con o sin proximidad emocional. Nada de indagar en la trazabilidad de las causas que han generado este desastre. Corrección, contención, aceptación de los macholímites y autodisciplinamiento.

Recomiendo Nuestro derecho fundamental a la movilización pacífica del malestar con las pensadoras feministas Carol Arcos Herrera, Lucía Barbudo, Maite Garbayo, Marta Busquets y Helena Chávez Mac Gregor sobre la politización del malestar durante esta crisis global.