«Los mitos indo-europeos, tendrían una interpretación matriarcal según los estudios de Bernard Sergent, según la cual, mitos como el de Ártemisa (la diosa que ayuda en los partos) y Calisto, se entenderían como relaciones iniciáticas amorosas. La ninfa/alumna sería transformada en un nuevo ser por medio del amor divino. Esta concepción llega hasta Sócrates (quién por cierto, también aprende lo que es el amor por una mujer) cuando dice que él quiere ser como la comadrona que ayuda a parir». Darya von Berner
Obra cabecera: «Irene» serie fotográfica Political maternity/Maternidad política (2015/2019) de Darya von Berner
Converso con la artista Darya von Berner (México, 1959) quien llegó a nuestra casa en 2014 estando, la que escribe, recién parida de nuestra primera criatura para capturar esa recién ambivalencia en la que aterrizaba llamada crianza versus investigación/escritura/participación pública.
Tras 5 años la investigación fotográfica de Von Berner llegó Political Maternity/Maternidad política proyecto que intenta hacer visible mandatos y tutelas que determinan las maternidades en nuestra sociedad. Así como las relaciones entre nuestros cuerpos y nuestro yo-somos. Un yo-somos encarnado en donde la indeterminación y la fuerza generadora se ve utilizada y condicionada en una forma estándar que la limita.
Luisa- Political Maternity/Maternidad Política (2014/2019) es un proceso de 5 años observando cómo estamos intentando encajar las maternidades o trabajo materno con nuestras actividades profesionales, públicas y domésticas desde unas prácticas maternas contexualizadas en dinámicas eurocéntricas. Cuéntame, por favor, ¿que te ha revelado este proyecto sobre las maternidades?, ¿es la maternidad un estadio que encierra y censura a los cuerpos que asumen el trabajo de gestación y sostén?
Darya- «Political Maternity/Maternidad Política” me ha revelado el papel de la maternidad en el modo de producción capitalista. La economía política fragmenta el trabajo doméstico. Que cada hogar tenga su propia lavadora es importante para el sistema, se consigue así que las madres estén en espacios aisladas unas de otras. Por eso es tan importante, Luisa, iniciativas como el blog que has puesto en marcha futuridadesmaternales.net pues visibiliza, saca de su encierro a las madres y les da la posibilidad de pensar sobre sus problemas. La publicidad del sistema patriarcal censura a los cuerpos que asumen el trabajo de gestación para mostrar cuerpos destinados a la seducción y a la violación como muestra Barbara Miller en su documental #PlacerFemenino.
Luisa- ¿Crees que la invisibilización y devaluación de la gestación y sostén puede tener uno de sus anclajes en la negación de todo el placer, deseo y disfrute que atraviesa al cuerpo cuando lleva a cabo estos bio-procesos (menstruar, gestar, parir, apegar, sostener y criar) por parte del sistema falocéntrico que nos envuelve?
Darya- En efecto, podría ser que el anclaje se deba a una interpretación patriarcal que niega la idea del amor y del placer generador de vida. ¿Recuerdas, Luisa, el hermoso mito Pelasgo de la creación?. Cuenta que en el principio Eurínome surge desnuda del caos. La bailarina al no encontrar nada sólido en donde apoyar los pies, separa el mar del firmamento y danza solitaria sobre las olas, al bailar pone el viento en movimiento y forma con éste una serpiente Orión, con quien se ayunta y queda encinta, generando todas las cosas. Luego surgen problemas cuando la serpiente/falo, presume de ser él, el generador de todas las cosas. También los mitos indo-europeos, tendrían una interpretación matriarcal según los estudios de Bernard Sergent, según la cual, mitos como el de Ártemisa (la diosa que ayuda en los partos) y Calisto, se entenderían como relaciones iniciáticas amorosas. La ninfa/alumna sería transformada en un nuevo ser por medio del amor divino. Esta concepción llega hasta Sócrates (quién por cierto, también aprende lo que es el amor por una mujer) cuando dice que él quiere ser como la comadrona que ayuda a parir.
Luisa- ¿Negar la potencialidad de las maternidades no es un tipo de violencia invisible para seguir controlado nuestra soberanía corporal y por lo tanto la soberanía del Estado-nación?, ¿es el Estado el que necesita nuestro cuerpo, el cuerpo gestante y cuerpo sostenedor, para hacer visible el control en el territorio físico?
Darya- Tu pregunta me ha hecho pensar en cuatro imágenes, la de la “Venus de Willendorf” como imagen de la madre tierra; la imagen maternal de una virgen medieval; la “Olympia” de Manet (1863) como imagen de la mujer que ya conoce sus derechos; y la cuarta, ¿cuál sería, Luisa, esa imagen?
Pero antes de responder pensemos en los dispositivos históricos de control que nos han legado una versión “autorizada” de los hechos, mientras han olvidado o censurado lo que no les interesaba, por ejemplo, la creencia en las diosas creadoras de todas las cosas.
O bien, se añaden conceptos, que por ejemplo, en el feudalismo no eran necesarios. Los señores feudales tenían un poder absoluto, poseían todo lo que había en su territorio (incluidas las mujeres). En la revolución industrial pierden parte de su poder al aparecer una nueva clase social con conciencia nacional y poder adquisitivo para comprar tierra y fuerza laboral. Dan forma y promueven la cultura nacional de los estados modernos en donde lo visible era lo que era objeto de control y expolio. Mientras algunas teorías analizaban la “producción de mercancías de consumo” de la sociedad industrial distinguiendo entre dos tipos de fuerzas de trabajo, la directamente productiva, que se paga con un sueldo y la fuerza de trabajo doméstica que se aprovecha también para la creación de capital, pero que no se paga.
Sin embargo, en la era del antropocentrismo y la informática del capitalismo del siglo XXI, las élites financieras ya no se ocupan del concepto de modo de producción, central del materialismo histórico, en el que la fuerza de trabajo que Marx llamaba “la comadrona” era una metáfora del nacimiento de una nueva sociedad, confundiendo dos niveles el “modo de transformación de la naturaleza” con el de “la apropiación del producto”. Ahora ya no estamos para estas sutilezas y los derechos laborales se resuelven ejecutivamente, desde las plataformas de la cultura del “sharing” y el “management”; ya no es necesario fabricar electrodomésticos, cuando se puede amasar una fortuna mediante operaciones algorítmicas en microsegundos.
Sí bien, al menos la explotación y la degradación del medio ambiente, ha hecho visible aquello que la modernidad con su proyecto tecnológico infinito, no veía, que hay que cuidar como una madre de “la casa de todos”.
Todos los Estados necesitan cuerpos gestantes y sostenedores, los problemas globales solo se pueden resolver entre todos, desde las estructuras supranacionales, como afirma la filósofa feminista Sheila Benjabid en sus “Conversaciones con la historia”, pues la lucha contra la violencia estructural implica visibilizar y hablar de “cuerpo gestante y cuerpo sostenedor”, hablar de lo que no se hablaba, de crianza, de trabajo protector, de territorio común y de los deseos de todos.