«La arquitectura como práctica hegemónica es patriarcal y ha despreciado la atención a las necesidades diversas de nuestros cuerpos, de nuestros tiempos, porque se ha creído ser un personaje universal, en unas personas abstractas para quienes se proyecta, sin embargo esta neutralidad es falsa, no puede existir porque cada persona está atravesada por múltiples circunstancias que nos hacen múltiples y diversos». Zaida Muxí

Imagen cabecera: Captura de una niña observando a través de la celosía trazada por la arquitecta Jane Drew (Reino Unido, 1911-1996) junto a su colega, Maxwell Fry, en su propuesta para la cuidad jardín de Chandigarh (India). Jane Drew está considerada como una de la piezas esenciales en la articulación del Modernismo tropical

Converso con la arquitecta y responsable de un revelador movimiento de reflexión crítica sobre la despatriarcalización urgente de la práctica arquitectónica, Zaida Muxí (Buenos Aires, 1964), la cual recién publicó Mujeres, Casas y Ciudades. Más allá del umbral (dpr-barcelona, 2018) donde incorpora el trabajo casi invisible en los discursos oficiales de arquitectas, críticas y pensadoras tales como Jane Jacobs, Ada Louise Huxtable, Marina Waisman, Sibyl Moholy-Nagy o Jane Drew, entre otras.

Muxí muestra cómo el lugar crítico de pensadoras como, Sibyl Moholy-Nagy, fue invisibilizado dentro de las narrativas que vertebran la historia de la arquitectura contemporánea. Señalando como Sibyl “abogaba por estudiar la ciudad real tal cual funcionaba, y era extremadamente crítica hacia el alejamiento y desconocimiento que el “Movimiento Moderno” proponía respecto a la ciudad histórica. Para ella, la ciudad histórica tenía que ser estudiada, analizada y conocida para poder aprender de ella. En oposición al programa de planificación y construcción científica iniciado por Gropius en la Bauhaus y perpetuado por arquitectos modernos, como Mies, ella estaba convencida que la ciencia y la tecnología por si solas no podían construir una ciudad (…) Fue una crítica feroz del movimiento moderno, denominado ‘estilo internacional’ en EE. UU, oponiéndose a la banalización de la arquitectura en la mera copia formal y defendía una búsqueda más conceptual, enraizada en el lugar y en el momento” tal como explica Muxí de la autora de “Native Genius in Anonymous Architecture” (1957).

Luisa- Cuando aterrizas en el sostén de las criaturas topas con toda una serie de sistemas normativos (sanitarios, sociales, pedagógicos y jurídicos) que te dictan cómo has de asimilarte como cuerpo-gestante y cuerpo-sostenedor, cual es tu sentir y tus posibles identidades. Me llama especialmente la atención la relación entre dos estructuras sistémicas que nos vertebran y sistematizan a nivel social, y que nos condicionan tantísimo, por un lado, está toda la construcción física de los lugares que habitamos, transitamos y trabajamos, es decir, todo lo tramado y proyectado por la arquitectura. Mientras, por otro, está toda la estructura psíquica que se apoya en la tradición del psicoanálisis del sigloXX, todo ese armazón de respuestas ante la complejidad de la psique. ¿Encuentras relaciones entre ambas?, ¿tenemos normalizada un tipo de trama urbana falocéntrica que niega el cuidado, el encuentro/el-no-encierro-doméstico y una escala acorde a nuestras bionecesidades como cuerpos que sienten por las lógicas que nos han inoculado de devaluar y negar todo lo relacionado con la reproducción social?, ¿es la arquitectura una práctica sumamente patriarcalizada?

Zaida– Como bien dices «cuando atrrizas….» hasta ese momento muchas personas, muchas mujeres no reconocen el condicionante del espacio patriarcal. La ciudad y los espacios son patriarcales, porque lo es nuestra sociedad. Y ello se basa en el sometimiento del otro, en este caso otra, de todos los otros diversos y de la naturaleza. Es una construcción falaz, ya que se basa en al independencia, autonomía de ese súper hombre, y los seres humanos somos interdependientes y ecodependientes. Hasta que no lo entendamos y lo traslademos a la sociedad y a los espacio estos serán patriarcales.

Luisa- ¿Cómo sería una práctica arquitectónica no-patriarcal donde podamos establecer unas dinámicas de cuidado dentro de una escala que se acerque al sentir de nuestros cuerpos?

Zaida- Esta práctica tendrá que venir de la mano de una sociedad (y con ella un sistema económico-productivo) que ponga en primer plano la interdependencia y los cuidados. Una sociedad que valore lo cotidiano y la vida; y no lo extraordinario y la muerte. Esta práctica tendrá que estar más enraizada en la conciencia de la finitud de los medios y de los tiempos por ello trabajar con materiales reciclables y reciclados, y en lo posible dedicarse más a mejorar que a hacer nuevo. Una arquitectura que parta de un diálogo real y auténtico entre personas diferentes, y entre ellas las personas arquitectas, para conformar las necesidades y sus posibles soluciones. Seguramente en términos ideales nuestro entorno (social y urbano) nos debería ofrecer los elementos materiales y de servicios para una vida digna, feliz, plena sin necesidad de poseer.

Una práctica arquitectónica no-patriarcal, por lo tanto, cuestiona los valores que han dado lugar hasta hoy a mucha arquitectura: lo grande, lo potente, lo caro, lo novedoso por novedad en sí misma sin responder a necesidades reales. Es una práctica más cuidadosa con los medios que utiliza, y los impactos que causa, una arquitectura que se basa en escuchar a la gente con sus pequeñas necesidades (que pueden resultar una inmensidad e dificultad para el día a día), que responde a personas concretas y reales.

Luisa- Como te compartí en el texto Por una emancipación de la maternidad trabajo en la articulación de un feminismo biointegrativo donde se tenga en cuenta la dimensión política las necesidades del cuerpo, los bioprocesos desde el cuerpo gestante y cuerpo sostenedor, fuera de cualquier lógica neofascista o reaccionaria, fuera del constructo «lo normal, lo natural, lo patriarcal». Teniendo el cuenta que el feminismo hegemónico tiene un nudo con todo lo que sea el cuerpo en relación a la maternidad por la apropiación histórica desde los fascismos.

¿Esto también lo podríamos trasladar a una práctica arquitectónica no-patriarcal la cual parta de las necesidades/demandas de los bioprocesos que nos atraviesan durante todo lo relacionado con la reproducción social y por extensible con todas las bioetapas como cuerpos vivientes?, ¿tenemos que comenzar, ya, a exigir que la arquitectura sea una respuesta a nuestras bionecesidades?

Zaida- La arquitectura como práctica hegemónica es patriarcal y ha despreciado la atención a las necesidades diversas de nuestros cuerpos, de nuestros tiempos, porque se ha creído ser un personaje universal, en unas personas abstractas para quienes se proyecta, sin embargo esta neutralidad es falsa, no puede existir porque cada persona está atravesada por múltiples circunstancias que nos hacen múltiples y diversos.

La idea de la razón objetiva de las decisiones es otro elemento de sesgo de género, sexo, clase, origen. Todos nuestros actos están imbuidos de subjetividad porque comenzando por nuestra experiencia corporal ya nos da una percepción, experiencia y por ende conocimiento diferente y todo esto, el aprendizaje de la arquitectura, no lo introduce como variable (con honrosas excepciones).

El cuerpo femenino es el gran desconocido e invisible de la sociedad patriarcal, nuestras singularidades son «anomalías» de ese cuerpo universal masculino. Proyectar con los tiempos biológicos, sociales, económicos es una gran deuda, todo se proyecta nuevamente para un futuro ideal sin considerar los presentes diversos, y por lo tanto futuros diversos.

Cuesta que se visibilicen otras prácticas arquitectónicas que reconozcan la diversidad de cuerpos y necesidades, entre otras cosas porque la transmisión de conocimiento tiende a simplificar el mensaje y esa simplificación tiende, como no puede ser de otra manera, a la homogeneidad y otra vez a la falta neutralidad.

Un ejemplo interesante del trabajo del biotiempo es el que realizan Marta Parra y Angela Müller, los trabajos en entornos escolares para generar espacios de igualdad a partir del reconocimiento de la diversidad Red patios inclusivos y sostenibles, Patios coeducativos y Juntos por la transformación coeducativa del patio. Así como el trabajo en las calles con necesidades diversas de la población enfocado en la calle como espacio de autonomía para gente mayor o la mejora de espacios de juego y plazas incluyendo a niñas y niños en Badalona o una plaza feminista diseñada con la infancia en Santa Coloma de Gramenet.

Luisa- ¡Muchas gracias!