«Con el tiempo y los brutales efectos de la esclavitud, estas comunidades se tornan matriarcales como lo evidencia la cultura congo. En esta cultura, recientemente declarada como patrimonio inmaterial de la humanidad, la figura central (y ritual) es la reina, quien es una especie de guardiana, consejera, juez de paz, maestra, cantalante (género musical y baile autóctono panameño) y guía espiritual del palenque. Hoy hay valores esenciales de este movimiento (Cimarronaje) que debemos rescatar: un sentido de comunidad, la diversidad que la sostiene y la valentía de tomar la libertad como destino». Miroslava Herrera

Obra cabecera: Captura performance Panamá Caribe (2015) de Ela Spalding la cual fue parte del proyecto online fluid states – performances of unknowing crédito imagen Sofia Verzbolovskis.

Converso con Miroslava Herrera (Panamá, 1977), música y miembro de Afrodisíaco (nominado a los Premios Latin Grammy en 2018), escritora, feminista, experta en música afrodescendiente y activista por la dignificación/reconocimiento de la cultura afropanameña y por la generación de una verdaderas condiciones de justicia para los afrodescendientes. Poniendo especial atención en revelar la fortaleza de esos poderosos cuerpos gestantes y sostenedores que soportaron dobles y triples golpes y aun así llevaron a cabo el movimiento de emancipación conocido como “Cimarronaje”, el cual generó la primera colonia de esclavos libertos de América.

Herrera nos habla de la potencia del legado afrodescendiente junto a la deuda que tiene la historia «oficial» panameña con esas madres que soportaron el peso descomunal de la colonia sobre sus cuerpos.

Luisa- ¿En qué medida ha transformado tu experiencia maternal, toda la experiencia como cuerpo gestante y cuerpo sostenedor, tu práctica como activista, feminista y como dignificadora y visibilizadora de toda la fuerte herencia afrocaribeña en la que está anclada la cultura panameña desde las raíces musicales?

Miroslava- Desde el momento que supe que estaba embarazada sentí un cambio. Primero a lo interno: ver las fuentes históricas donde investigaba sobre afrodescendencia con un ojo que buscaba la experiencia femenina con mayor detalle (las historias de emancipación son muy masculinas) y luego hacia lo externo, interpretar las canciones con una intención diferente, escribir letras con más garra y arrojo. La cultura afro en Panamá es heredera de dos grandes influencias: la afrocolonial que contiene la memoria del cimarronaje donde podemos ver la valentía y fiereza de las mujeres que participaron de la lucha, su grandísima carga al tener que sostener familias desgarradas por la esclavitud y las violaciones y la memoria afroantillana, que data del siglo XIX con la construcción del ferrocarril y el Canal donde las mujeres migrantes eran sobrevivientes en un mundo de obreros dominado por la muerte (fiebre amarilla, accidentes, guerra).

Luisa- ¿Podrías ahondar más en el «cimarronaje”?, ¿fue un movimiento de liberación?

Miroslava- El cimarronaje es un movimiento libertario que se da entre los hombres y mujeres africanos en el Nuevo Mundo durante la época colonial. La rebelión de estas gentes los lleva a huir de sus amos europeos y adentrarse en la selva donde fundan palenques que son enclaves comunitarios donde a pesar de hablar diferentes lenguas y tener orígenes muy diversos, sobreviven en unidad. Las mujeres guardaban semillas en su cabello, usaban sus trenzas para llevar las rutas de escape. Con el tiempo y los brutales efectos de la esclavitud, estas comunidades se tornan matriarcales como lo evidencia la cultura congo. En esta cultura, recientemente declarada como patrimonio inmaterial de la humanidad, la figura central (y ritual) es la reina, quien es una especie de guardiana, consejera, juez de paz, maestra, cantalante (género musical y baile autóctono panameño) y guía espiritual del palenque. Hoy hay valores esenciales de este movimiento que debemos rescatar: un sentido de comunidad, la diversidad que la sostiene y la valentía de tomar la libertad como destino.

Luisa- Entonces, habría que volver a reescribir como la historia panameña, su revolución industrial, fue posible gracias a que las mujeres afrodescendientes pusieron sus cuerpos como herramientas de trabajo y además llevaron a cabo un segundo y tercer trabajo de sostener y artícular todo la estructura de sostén físico, emocional, nutricional, psicológico, políticon etc. Miroslava, ¿has encontrado episodios de ésta historia de fortaleza afrodescendiente que quieras compartir?

Miroslava- Sí. Toca hacer un ajuste en la perspectiva de nuestra historia. Solo así empieza la verdadera justicia. La esclavitud es un crimen que aun no ha sido redimido y sus consecuencias mantienen a grandes sectores de la población sin esperanza, no solo en Panamá sino en todo el continente americano. Las mujeres negras han resistido el embate de la pobreza y la discriminación para surgir como parte de la clase media por medio de la educación y la organización comunitaria.

(continúa)