“No computamos la huella medioambiental global del proceso y nos aprovechamos de los lugares deshabitados y deprimidos. Este modelo, que en palabras de Joaquín Araujo -elige la muerte- se repite en los trabajos maternos. Abusamos tanto de las mujeres que ostentan la tarea reproductora como la de cuidados, esta última asumida a menudo por migrantes en situación de vulnerabilidad. No es casualidad que lo hagamos igual con el territorio”-Miriam Tello (artista y activista cultural/medioambiental desde Soria)
Obra cabecera: Lo cotidiano (2008/12) por Miriam Tello
Converso con la compañera, Miriam Tello, artista, docente en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Soria, activista para la movilización cultural y medioambiental en @asociacionhacendera, amante del cuerpo viviente-paisaje soriano y madre feminista de dos niñxs. Nos encontramos gracias a las fuerzas emancipadoras que se confabularon en el programa Trabajos maternos desde cuerpos críticos que sostienen (septiembre/diciembre 2021) en Centro Huarte Arte Contemporáneo, gracias al empuje de la gestora cultural, Lara Molina. Dicho programa junto a los debate de What Care Sustains? nos permitieron poder continuar con la transición paradigmática sobre todo propio a los cuidados, y ahondar sobre las condiciones en las que asumimos el sostén de los cuerpos animales-humanos, cuerpo animales no-humanos y cuerpo-viviente-paisaje.
Tello aborda el extractivismo sobre los cuerpos que cuidan y sobre el territorio, la emergencia climática versus emergencia de expoliación sobre los cuidados, la medicalización cómo estrategia turbo-capitalista-productivista que enferma a los distintos cuerpos, y la inviabilidad cultural/medioambiental para la salud futura que implica la implementación de las macrogranjas sobre el territorio no-centroubranita.
Luisa: Miriam como activista cultural/medioambiental dentro de @asociacionhacendera que cuida del cuerpo-viviente-tierra o cuerpo-viviente-paisaje o cuerpo-viviente-sostenedor-principal (como cuerpo que sostiene nuestras vidas o lugar a partir del cual nuestras vidas son posibles), formas parte de una lucha para que no se extiendan las macrogranjas en Soria, revelando el extractivismo neurótico que reproducen éstas megalómanas explotaciones ganaderas y sus impactos en el tejido-social-salud-futura.
Partiendo del proceso de despatriarcalización las maternidades o trabajos maternos que nos ha entrelezado: ¿qué puntos encuentras en común en tales luchas, luchas por el cuerpo-viviente-tierra o cuerpo-viviente-paisaje y las nuevas luchas reproductivas?
Miriam: Te agradezco el espacio que me das para hablar de @asociacionhacendera y de cómo he conseguido confluir el trabajo artístico y educativo que venía haciendo con el de la asociación. Voy a poner en contexto el asunto: en Noviercas, un pueblo de Soria de 150 habitantes cerca del mío, está proyectada desde 2016 la mayor macro explotación de ganadería industrial de Europa con 23520 vacas para leche. Llevaba tiempo preocupada por el desgaste al que estaba sometida la poca gente valiente que no vendió sus tierras y cansada de ver cómo la mayoría de instituciones ponían la alfombra roja a esta barbaridad medioambiental, así que decidí pasar a la acción. Creé un grupo de WhatsApp y un mensaje contundente. En poco tiempo llegamos a 200 personas, era muy motivador pero también poco operativo. Después continuamos con las reuniones presenciales y decidimos constituirnos como asociación con la firme intención de cuidar la vida, la salud, la cultura y el territorio de Soria y sus pueblos. Propósito que hacemos un grupo de personas comprometidas y entusiastas, ofreciendo información rigurosa y promoviendo iniciativas y buenas prácticas. Y todo, como nuestro nombre indica, desde el hacer en común.
Hemos permitido que quienes ostentan el poder económico en Occidente hayan construido un modelo de vida basado en el extractivismo que solo revierte en su beneficio monetario. Actuamos como si no formáramos parte del territorio, de los paisajes, los esquilmamos y cosificamos, algo parecido a lo que hacemos con los cuerpos maternos que usamos como contenedores, sin valorar cómo afecta su desprotección. En un sentido medioambiental, una de las primeras personas que se atrevió a señalar el problema fue Rachel Carson, en su ya mítico libro Primavera silenciosa, donde explicó las consecuencias del abuso de productos químicos, concretamente el DDT.
Medicalizamos la tierra con pesticidas y fertilizantes caros y dañinos igual que lo hacemos con nuestros cuerpos, provocando una relación de dependencia, enfermedad y opresión en vez de proveernos de autonomía, salud y libertad. El sistema patriarcal cortoplacista y aposentado en el crecimiento sin límite, devora al territorio y a los paisajes. Contamina y mata su aire, su agua y su suelo, llenándonos de objetos innecesarios y alimentos de dudosa calidad.
No computamos la huella medioambiental global del proceso y nos aprovechamos de los lugares deshabitados y deprimidos. Este modelo, que en palabras de Joaquín Araujo, elige la muerte, se repite en los trabajos maternos. Abusamos tanto de las mujeres que ostentan la tarea reproductora como la de cuidados, esta última asumida a menudo por migrantes en situación de vulnerabilidad. No es casualidad que lo hagamos igual con el territorio, por ejemplo con las masivas plantaciones de soja que devastan los bosques de América latina para alimentar los animales de la ganadería industrial europea.
Descuidamos, trivializamos y obviamos la dificultad que supone vivir en una sociedad donde la apariencia, el individualismo, la avaricia, el machismo y la xenofobia nos enfrentan y devoran como el peor parásito. Todo esto además sucede sin apenas darnos cuenta, entretenidos con medios de masas ruidosos y objetos de consumo inútiles sobre los que construimos una identidad tan frágil como manipulable. Revertir este modo de viva es complicado porque nos han despojado de sentido crítico y de tiempo, haciéndonos creer que esta es una máquina sobre la que no tenemos control, pero yo opino con alegría consciente como Eduardo Galeano, que mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Luisa: Estamos ahora atravesadas por la emergencia climática, viendo que el futuro que proyectamos pueden estar interrumpido, sin posibilidad restaurativa, por las consecuencias del extractivismo reproducido por el sistema pater-blanco-colonial, el cual está anclado en la articulación identitaria expropiando-para-ser como manera de seguir acumulando capitales de todo tipo.
Lo inquietante, como cuerpos maternos, como cuerpos madres, como cuerpos que cuidan a otros cuerpos, es que tenemos identificada una alarma anterior, que podríamos llamar de manera orientativa como emergencia-ante-el-extractivismo-de-los-cuidados, la cual, misteriosamente, por aquello de ser un desastre socio-histórico sobre los cuerpos-mujeres no se erige como algo prioritario en los discursos mediático/políticos/hegemónicos. ¿Podríamos considerar como “emergencia” la acción de desmantelar el extractivismo sobre los cuerpos que cuidan? ¿Acabar con todo el complejo sistema de expoliación y abuso normalizado sobre los cuerpos que generan condiciones vivibles para otros cuerpos? ¿Tendríamos que situar, en el mismo nivel de urgencia, en el que está ubicada la emergencia climática, la emergencia ante la devastación sobre los cuerpos que sostienen los cuidados o sostienen las condiciones para una vida posible?
Miriam: Las mujeres, históricamente nos hemos dedicado a los cuidados, el sistema andro-heteropatriarcal nos sitúa en un plano inferior al de los hombres y en consecuencia cualquiera de nuestras actividades tiene menos importancia. Nosotras somos las que cuidamos, somos el sostén para que los otros puedan ser, tanto en el sentido más prosaico, como en el más elevado que palabra ser abarca. Para seguir manteniendo esta fórmula, conviene no dar valor ni a los cuidados ni a los cuerpos que cuidan, porque se desmontaría la facilidad con la que se nos explota. El sistema capitalista gana mientras haya recursos para usar y tirar y estos recursos son: el aire, el agua, la tierra, las plantas y los animales: los no humanos y muchos humanos, entre quienes están los cuerpos maternos.
Hace unos 30 años ya, Barbara Kruger usó la frase tu cuerpo es un campo de batalla, para referirse al derecho de la mujer sobre su propio cuerpo en relación al aborto. Esta frase se ha convertido en un icono para reivindicarnos en otros aspectos porque todavía somos cuerpo, contenedor, mercancía barata, cosa. Las cosas se usan y cuando se rompen, en vez de repararse, se reemplazan.
Vivimos en la entropía. La emergencia climática está puesta en el centro del debate y como bien dices, los cuidados también deberían dar ese salto. Sin embargo el discurso sobre el clima aún es débil, es “postureo”. Es entretenimiento. Las cumbres sobre el Clima y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son fuegos artificiales, el número 8 es “trabajo decente y crecimiento económico”. ¿Crecimiento económico?, ¿de verdad?. Hace tiempo que hemos superado el pico del petróleo y sin embargo seguimos en una huida hacia adelante.
No usamos la tecnología para minimizar nuestra huella planetaria y sí para afianzar la producción ascendente. Te pongo algunos ejemplos: damos como una solución los coches eléctricos pero fabricarlos a gran escala es insostenible por la cantidad de metales y piedras raras que necesita, ya que son escasas y su extracción abusiva, y sin embargo no promovemos firmemente el tren para el transporte de mercancías y personas; o el caso de las energías renovables, mal llamadas limpias, que van a destrozar paisaje y campos de cultivo para uso alimentario, porque es más lucrativo para las grandes empresas, situarlas en terrenos baratos de la España poco poblada, que junto a las ciudades y en cambio no fomentamos ni la soberanía, ni las comunidades energéticas, ni la construcción sostenible que apenas requiera combustible para mantener su confort. ¿Con este panorama, cambiaría algo que se incluyera este ODS?: los cuidados en el centro de la vida.
Tampoco quiero ser derrotista, entiendo que los cambios empiezan por dotarnos del lenguaje preciso que permita pensar y reflexionar como antesala del buen hacer. Cito en este sentido el interesante cuestionamiento que Victoria Aragón hace de la pirámide de Maslow que, a su juicio, está desfasada, por materialista y por sexista, al no tener en cuenta otros desarrollos y necesidades humanas menos individualistas sin las cuales la vida se hace, cuanto menos, penosa (…). Un claro ejemplo lo constituye la imposibilidad de cubrir cualquier necesidad, incluidas las más básicas como el alimento, la bebida o el dolor, sin hacer referencia a los cuidados.
Tras estas reflexiones a modo de contexto, que ponen sobre la mesa que el cuidado real del territorio todavía está por hacer, a pesar de la emergencia climática, y volviendo a tu pregunta, yo diría que debemos otorgar a los cuidados el valor que merecen como actividad básica para que la vida se de dignamente. Para llegar a construir esta nueva mirada hay que reescribir el relato institucional, mediático y educativo, desvinculándolo del esencialismo de género, porque tiene que calar en toda la sociedad, ya que somos en su totalidad y en comunidad quienes tenemos la obligación de hacernos cargo con responsabilidad y generosidad.
Luisa: Retomando el momento macho-bélico que está atravesando Ucrania, quería que reflexionáramos juntas sobre las imágenes de las madres entrando en el túnel vital de tener que abandonar sus hogares, andamiajes sociales, anclajes de sus criaturas, apegos y paisajes familiares. Partiendo que la guerra es el gesto de sublimación del extractivismo más atroz. Contrario al cuidado, contrario a la actividad humana de sostener a las otras, a lo otro. Hay una pregunta que me viene una y otra vez: ¿cómo puede ser que hayamos normalizado la respuesta macho-belicista cómo única estrategia para mantener los equilibrios socio-político-económico internacionales?
Miriam: Antes de hablar de las madres ucranianas hay varias cosas sobre las que quiero reflexionar. Algunas son bastante evidentes, pero quienes tenemos privilegios tendemos a obviarlas. ¿Has nacido en un lugar con unos derechos básicos para vivir dignamente? ¿Qué has hecho para merecer haber nacido en España, Yemen, Ucrania o Alemania, por ejemplo?
Las fronteras administrativas acotan el territorio y las personas, su patrimonio natural y cultural. Crean a la persona indocumentada, extranjera, migrante, exiliada, refugiada, ilegal, en acogida, de permiso, de paso… todo por azar, nacemos donde nacemos. Los países, no descubro nada, pueden ser más o menos democráticos y tener una constitución y una legislación con derechos y deberes que limitan y protegen. ¿Qué has hecho para merecer haber nacido donde has nacido?
Nada, ni tú, ni yo, ni nadie, NADA.
En este devenir azaroso, ¿crees que es digno que una persona no pueda moverse libremente?. Parece que la respuesta debería ser que no es digno. Sin embargo nuestra actitud ante lo desconocido a veces nos llena de prejuicios: el lugar, el idioma, la cultura, la época, la sociedad, la identidad, la etnia, la religión, la edad, la educación, la procedencia, el estatus social, las costumbres, la apariencia, etc. Todos esos atributos señalan nuestra falta de saberes ante la variedad de lo que existe.
Nos pone en el afuera, en oposición a lo otro y a la defensiva, activando creencias y miedos infundados que radicalizan lo que pensamos, decimos y hacemos. Promovemos la confrontación y la competición en vez de la cooperación mutua y también la propiedad frente a lo común. Lo privado señala la desigualdad, la inseguridad de quien no tiene y fomenta la violencia tanto de quienes lo quieren como de quienes lo defienden por miedo a perderlo. Y entre tanto construimos el significado de conceptos como patria y bandera alimentando un sentimiento nacionalista de orgullosa superioridad.
Y con toda esta sopa vuelvo a tu pregunta sobre las madres ucranianas.
No nos hacemos idea de lo que significa abandonar el hogar debido a una guerra. Dejarlo todo, incluso las vidas de los hijos mayores para que defiendan la nación. La nación…, morir para conseguir o defender un territorio, una cultura… Condecoraciones, homenajes y agradecimientos de los jefes de estado por los servicios prestados a la patria… ¡cuánta torpeza!.
¿Pueden ser las madres ucranianas el ejemplo de todas las madres?: las de Siria, las de Yemen, en guerra civil desde 2014, las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, etc. Me temo que no, porque a pesar del infierno que viven, no acogemos a todas igual. Parece que ni todas las guerras, ni todas las personas merecen la misma consideración. De nuevo… ¡cuánta torpeza!
Se nos llena la boca de la palabra solidaridad pero somos uno de los principales exportadores de armas del mundo y una de las empresas encargadas es pública, reitero: pública, pagada con nuestros impuestos. El documental de Joseba Sanz La guerra empieza (2019) aquí no podía tener un título más acertado. Lo que cuenta es obsceno.
No quiero terminar quedándome con la parte pesimista. Tenemos que conocer la realidad, pero sin que nos devore. Experimentar desánimo y pequeñez es natural, aunque no una excusa para la inacción. Desde @asociacionhacendera, como he dicho, tratamos de evitar la construcción de la mayor macroexplotación de vacas para leche de Europa. El sábado 25 de junio organizamos junto con Greenpeace y en colaboración con Ecologías en acción una movilización nacional en Noviercas (Soria) a la que animamos a todo el mundo a venir. El programa es amplio: charlas, conciertos, paseo con cencerros… El lema #NiEnTuPuebloNiEnElMío es claro, el cuidado por el territorio ha de ser promovido por toda la ciudadanía sin excepción.
Como colectivo sabemos que la meta va mucho más allá de frenar esta barbarie. Lo esencial son los lazos que tejemos en la comunidad para construir una convivencia respetuosa con la totalidad y en esa misma línea encamino tanto mi labor docente como muchos de los proyectos de arte que hago que son mediadores fundamentales para crear esas narrativas desde un espacio más poético que antropológico.
Y eso es todo Luisa, agradecida por darme este espacio.
Luisa: ¡Muchísimas gracias, Miriam, querida mía! Nos vemos el próximo 25 de junio en Noviercas (Soria) gracias a la convocatoria de @asociacionhacendera + Stop Ganadería Industrial para la movilización contra la mayor macrogranja de Europa, donde explicarán en qué situación se encuentra el proyecto, impactos sobre las aves esteparias, valores/riquezas/potencias ambientales paisajísticas, y estrategias para proyectar buenas prácticas sobre este territorio.
Más información sobre el trabajo de Miriam Tello aquí