“Vamos entendiendo la maraña de consecuencias e impactos, en los procesos futuros de autorregulación, que genera lo que comes, cómo lo comes, donde lo comes, con quien lo comes, y cómo toda esta trama determina, parte, de tu manera de estar en el mundo. El macho-lío-patriarcal te dice que te alimenta a partir de la instalación del software patercentrado, donde se nos obliga a mirar donde no queremos. Hipertensión-productivista. Tiempos-estrechos bajo el expolio de nuestras fuerzas y violencia atencional. Saqueo a nuestra despensa psico-energética desde canis. Domesticación largoplacista. Te digo lo que no es para que comiences a normalizar el lío, la confusión, las tinieblas. Seguir ancladas en la pérdida, y con ello desproveernos de la potencia política que emana en la actividades humanas que sostenemos para la continuidad de lo vivo, de nuestros cuerpos vivos” -con ampliaciones de Alba Schiaffino desde Nafarroa.
Obra cabecera: P.E.A.C.E., Helicopter, Mother + Children (1968) por Nancy Spero
¿Será que el estrangulamiento que nos está generando en las crianzas la subida de la comida -que ahora va por el 16%– revelará el valor psico-estructural de la actividad humana de alimentar ante el corpo-destrastre que nos atraviesa? ¿Será que no querer reconocer la hondura-dimensión, en nuestros procesos de salud futura, de lo que determina la manera de alimentarnos es una de las puertas de naturalización de las tragaderas que instalamos para ir zampando las opresión macho-normativas-patercentradas?
Os comparto una respuesta-aproximación-especulativa, para que sigamos dándole juntas, al proceso de poder desentrañar la macho-madeja de confusión, con ampliación de mi colega, amiga y comadre, Alba Schiaffino, brillante pensadora feminista donde las haya. Activista por la totalidad de sus venas desde su potente y hermoso cuerpo materno que sostiene una unidad de crianza monomarental libre de macho-exigencias. Deseante de horizontes llenos de posibilidades emancipadas, pero reales. Fuera de las negaciones de la corresponsabilidad-turbo-productivista. Y muy preocupada por cómo se están manejando las quitas de custodias, tutelas y dinámicas macho-institucionales en estos tiempos -los cuales recuerdan a las monjas adoctrinadas por psiquiatras franquistas que pertrecharon una de las mayores heridas sociales de la paco-dictadura, y durante la blanca-democracia-púerpera (medicalizada por los oligarquías postfranquistas).
Aquí comenzamos (¡Alba! Gracias por todo, en este 25D de turra-consanguínea. Confiamos más en lo vivo gracias a tu potencia, generosidad y caudaloso amor del bueno):
Algo que conocemos los cuerpos maternos, las madres, y las personas que sostenemos menores a cargo, es el manejo diario de lo que cuesta, significa y posibilita, como futurible político, la repetición diaria de sostener la actividad humana de alimentar a otro ser, a otro cuerpo. A otra persona que depende de ti para su continuidad en condiciones dignas en este planeta. Vamos dilucidando la trama que hay detrás de alimentar, como revelado de uno de los puntos de partida de cómo se nos van inoculando los dispositivos de apertura para ir tragando los mandatos macho-opresores en nuestra psique, que entra a su vez por nuestra boca.
Vamos entendiendo la maraña de consecuencias e impactos, en los procesos futuros de autorregulación, que genera lo que comes, cómo lo comes, donde lo comes, con quien lo comes, y cómo toda esta trama determina, parte, de tu manera de estar en el mundo. El macho-lío-patriarcal te dice que te alimenta a partir de la instalación del software patercentrado, donde se nos obliga a mirar donde no queremos. Hipertensión-productivista. Tiempos-estrechos bajo el expolio de nuestras fuerzas y violencia atencional. Saqueo a nuestra despensa psico-energética desde que llegamos. Domesticación largoplacista. Te digo lo que no es, para que comiences a normalizar el lío, la confusión, las tinieblas, para que sigamos ancladas en la pérdida, y con ello desproveernos de la potencia política que emana en la actividades humanas que sostenemos para la continuidad de lo vivo, de nuestros cuerpos vivos.
No es lo mismo, vigilar a quien come, que acompañar sin exigencias. Comer dentro de estructura panóptica, o comer desde entornos cálidos (que no tienen porque ser consanguíneos ni el propio hogar).
Comer, alimentar, dar de comer. Cómo se come, donde se come, qué se come. Quien te acompaña mientras comes. Si te vigilan o te acompañan. Si te escuchan o te obligan a escuchar macho-turras (violencia por pater-exigencias atencionales, muy normalizadas en las estructuras hetero-nucleares).
Mientras comes se van armando muchos horizontes futuros, además todo el aparato de conexiones neuro-endrocrinas-nerviosas-autorreguladoras-placer/dolor.
Incorporamos, como parte del maltrato patersistémico en el que se nos socializa desde las infancias el macho-lío–patriarcal, que no haya ni un euro en el asunto público para la alimentación humana fuera de narrativas de macho-expulsión-empobrecimiento, fuera de discursos miserabilistas. No vaya a ser que entremos en reforzar giros proteccionista demasiado corpo-céntricos con los animales-humanos.
Aceptamos que no es legítimo darle una pensada a lo que necesitan nuestras fuerzas vivas para proseguir sus desarrollos y empujes. Aquello de dotar de posibilidades materiales, como si nuestros cuerpos no fuesen una continuidad de los extractivismos naturalizados sobre el resto de cuerpos: cuerpos animales no-humanos o cuerpos-viviente-tierra.
Las que compramos, cocinamos y acompañamos para que nuestras pequeñxs articulen el proceso de alimentarse de una manera deseable, fuera de los ejes macho-productivistas y hiperexigencias-normativas, nos vamos transformando en grandes sabedoras de un proceso que -como todos los que han sostenido nuestras abuelas y madres en el mal llamado espacio doméstico- está empujado al silencio de la desposesión, al territorio de no-ser.
Observar desde ahí, nos da una pista de cómo vamos manejando el auto-abastecimiento energético ante las necesidades del propio cuerpo, y esto se entrelaza con preguntas negadas (como parte de las tragaderas instaladas en nuestra psique) históricamente para las mujeres, y para todo cuerpo que no acumula capital en falo-despensas turbo-neuróticas. ¿Es legítimo lo qué necesito? ¿Lo que siento que necesito puede dislocar la estructura donde el macho-lío me obliga a ubicarme?¿Qué mandatos, discursos, obligatoriedades no quiero tragar?
Entonces, desde el reconocimiento de la potencia epistémica que genera el sostén, día a día, de la actividad humana de comer/alimentar como generadora de psico-futuros próximos, encajar lo que están diciendo los macho-analistas desde la turbo-especulación-alimentaria sobre el encarecimiento sin precedentes de la comida (aquello de andar ya por 16% de subida de los precios, sobre todo en frescos), ¿no supone un ataque directo a la línea de flotación de las personas que sostenemos las crianzas, y un daño irreparable a “nuestra” salud futura? Y digo “nuestra”, porque es una responsabilidad de lo común (constructo que tanto importa a los macho-marxistas) aquello de pensar en matérico-condiciones que generen bienestar y buen vivir en las criaturas a nuestro cargo.
Condiciones de salud futura.
Al ser del sur de Murcia, sur pegado con Almería, me he parado con mi abuelo (y digo abuelo, porque las abuelas no conducían, y estaban de copilotas-esposas-postfranquistas como esclavas de lo doméstico/emocional/sexual y demás esclavitudes normalizadas en los cimientos del progresismo) en la cuneta de los caminos, dirección a la playa, a recoger sandías (que crecen en condiciones durísimas, hasta pegadas al asfalto), y lo de los 12 euros por una de ellas en este 2022, es un síntoma evidente de las confusiones en las que nos mete este patersistema, que tristemente asumimos como realidad, cuando son macho-líos de turbo-acumulación ajena a nuestro hacer diario, a nuestros manejos. Líos de especuladores, que mueven las piezas de acá para allá, para seguir quemando queroseno a loco en sus desarrollos vitales.
Sentimos urgente llevar al centro del debate político las dimensiones, impactos y psico-consecuencias de esta actividad humana, sin facho-algoritmos despiadados que vacíen la potencia estructural de cocinar, comer, alimentar y acompañar desde ejes identitarios diversos, desde cuerpos maternos que sostienen dicha actividad humana, y sin la turra de desactivación-política desde el feminismo institucional por aquello de que al reconocer la necesidad de nombrado político sobre la obviedad “que nuestra criaturas necesitan ser alimentadas” incurramos en esencialización del género (los cuerpos necesitan ser alimentados para tirar pa-lante).
Porque la interacción entre los cuerpos, todo lo que se despliega en el acompañamiento de la alimentación durante la crianza también es un lugar de experimentación política. Disloca mucha domesticación paterconductual (aquella desplegada con chantajes para obtener el derecho a la pertenencia al clan) en la que hemos sido formateadas. Donde nunca, jamás, lo primero era escuchar lo que sentía el cuerpo-propio. Lo que gritaban nuestras profundidades. Ni entender aquello de reconocer como prioritario saber manejar lo de autorregularse, sin llegar a límites auto-destructivos.
¿No será que la práctica diaria de sostener las maneras de alimentar a otro cuerpo por parte de un cuerpo materno -que está constantemente dilucidado cómo mejorar sus condiciones para que vayan siendo cada vez más vivibles, más gozosas, ensanchando sus posibilidades- es una práctica humanas de potencia política? ¿Será que no querer reconocer la psico-dimensión en nuestros procesos de salud futura de lo que determina la manera de alimentarnos es una de las puertas de entrada a las tragaderas de las opresión falo-normativas?
Sabemos, porque nos lo ha repetido cual macho-mantra, que la potencia política está en la práctica intelectual, sublimada desde este patersistema-blanco-centrista-urbanita, y ¿por qué no tiene sublimación ética el hecho de acompañar a un ser -que acaba de llegar a este planeta o que entrañamos a nuestro cuerpo, fuera de la consanguineidad- en la práctica diaria que genera las coordenadas más deseables fuera de estructuras normativas?
Proveer, día a día, todo este paquete de nuevas interpretaciones, de posibilidades, de nuevas maneras de mirar. Practicar el optimismo radical, ante el tono de resignación triste en el que nos meten las tinieblas, cuando las entrañas las tenemos estrujadas, para que estos seres dependientes a nuestro cuerpo, sientan que la vida puede ser un lugar de bellas posibilidades, ¿no es una manifestación ética donde se cuecen futuribles políticos hacia un vivir fuera de las negaciones y exclusiones del macho-lío-patriarcal?
Nos ha tocado criar bajo la disciplina social del aislamiento, como parte de ese locurón que venía ya metido en los libros de vacaciones santillana, donde nos decían que el progreso era remar solas pa-lante, y nuestras madres subidas en el igualitarismo como manera de emanciparse del dolor en la piel de nuestras abuelas -para escapar de esas obligatoriedades pater-atencionales y matérico-logísticas- y muchas de ellas (de nuestras madres) ahora están muerta o enfermas, reventadas de sostener “todo a vez” por la ausencia de nombrado político de todo lo que sostenían -todo a la vez. Cuando las condiciones vivibles sólo son posibles desde tramas pequeñas, medianas. Gente que interactúa en lo íntimo (no en los turbo-planes capacitistas de posicionamiento egoico-productivista para/hacia el utilitarismo de todo).
Gente íntima entrelazada.
¿Será ya el momento de poder dotar de potencia política, como se hace con todo lo que tiene que ver con los cuerpos macho-adaptados al productivismo (donde no hay nunca tiempo para el sostén de estas actividades humanas), a la práctica diaria que posibilita la actividad humana de alimentar a otros cuerpos dependientes al nuestro y sus desarrollos pisco-futuros? ¿Será que el estrangulamiento que nos está generando en las crianzas la subida de la comida -que ahora va por el 16%- revelará el valor estructural de esta actividad humana ante el corpo-destrastre que nos atraviesa?
Respuesta de Alba Schiaffino desde Nafarroa:
La crianza cuesta sus pesetas. Este año, unos 672€ al mes por criatura, un 14,5% más que en 2018. Subidas por encima del IPC que hacen que 900 mil unidades domésticas no puedan cubrir ese coste ni aún volcando todos los ingresos en ello.
Además, el IMV para una adulta con su criatura a cargo es 734,99 euros al mes. No salen las cuentas, sin sacar la lupa, ni los indicadores de pobreza y exclusión, salta a la vista: con un sueldico de 1.080 al mes (pagas incluidas) o 900 (por 14 pagas) aunque por los pelos, eso sí, pero la estadística te permite permanecer en ese 55% de la población catalogada como clase media aunque te vas a morir de hambre y lo sabes. Y lo saben.
Dedicamos a la infancia y adolescencia sólo un 1,3% del PIB, La mitad que la media de la UE, no de Suecia o Dinamarca, de la media incluida las economías más saqueadas. Encabezamos el ranking de pobreza infantil en la Eurozona.
Eurostat nos sitúa como el segundo Estado con menor voluntad de disminución de pobreza infantil de toda la UE, por detrás de Malta y es que la falta de esfuerzo público redistributivo limita las transferencias monetarias a unas pocas criaturas y en condiciones de hiperpobreza.
Sistemas de protección social con prestaciones destinadas a la infancia tan ridículas que solo un 10% de esas prestaciones son en forma de dineritos reales, de nuevo el porcentaje más bajo de la UE. En otro sentido, los beneficios fiscales para las unidades domésticas con criaturas a cargo, amplían la brecha, dejando fuera a las rentas más bajas, que ni aspiran a recursos no-reembolsables en temitas de Hacienda y otras cosas vinculadas a la empleabilidad, el patrimonio, etc…Colchoncito para las familias bien, de renta más elevada: siguiendo con los datos de Save The Children “el apoyo a la infancia por la vía fiscal supone cerca del 60% del total en lo que representa el peso más elevado de toda la UE». Manga ancha a lo regresivo.
Para el calor, gafas de sol y mientras sigamos necesitando cash para maternar y nos mareen con conciliaciones que a las pobres no nos rentan y corresponsabilidades como si los maridos fueran lo nunca visto, la última novedad, el paquete soñado de medidas materiales y recursos económicos que toda mujer necesita incrustar en su vida, no vamos a mandar ni en nuestro hambre.