«Son modelos (familia nuclear) creados para familias burguesas que no sirven, ya desde el principio, para las familias trabajadoras. No sólo eso, las mujeres trabajadoras serán ya para siempre invisibilzadas y muy culpabilizadas por ser «mano de obra barata», como si fueran las responsables de desatender a los hijos y no el modelo económico». Cira Crespo
Obra cabecera: Sin título (2010) de Helena Almedia
Converso con la historiadora, Cira Crespo (Barcelona, 1980), que nos reveló en «Maternalias. De la historia de la maternidad” (2013) como no está articulada una historia de las maternidades como tal, sino que se hilvana, fundamentalmente, a través de las narraciones que nos cuentas nuestras madres que han sido contadas por las madres que les precedieron.
Gran conocedora de los distintos formatos de crianza en nuestra tradición occidental y coautora de “Madres en red. Del lavadero a la blogosfera” (2014) junto a Mariona Visa.
Luisa- Cira, en tu investigación «Maternalias. De la historia de la maternidad»(2013) evidencias cómo el formato normativo que tenemos ahora de crianza, la exigua y estrecha familia nuclear, es un constructo reciente desde la industrialización donde se apuntala el territorio «padre», anclado en la construcción cuerpo-comunidad-masculino, como proveedor y la construcción «madre» como encierro doméstico, ¿has encontrado en tu investigación algún modelo de crianza a lo largo de nuestra historiografía occidental donde la «madre» no esté relegada exclusivamente al trabajo de cuidados y tuviese poder público?
Cira– Muy interesante la pregunta, Luisa.
Para empezar el modelo «familia nuclear» con una madre que sólo se ocupa de los cuidados es sólo eso, un modelo (que causa mucha frustración) porque la gran mayoría de familias y mujeres no pueden cumplirlo. Desde el mismo momento en que se decide que la «buena-madre» es la que se queda en casa, la mayoría de madres son mujeres trabajadoras en fábricas y demás que nunca van a poder aspirar a ser «madres cuidadoras».
En resumen, son modelos creados para familias burguesas que no sirven, ya desde el principio, para las familias trabajadoras. No sólo eso, las mujeres trabajadoras serán ya para siempre invisibilzadas y muy culpabilizadas por ser «mano de obra barata», como si fueran las responsables de desatender a los hijos y no el modelo económico.
Al hilo de la formación del modelo «familia nuclear» y su expansión de la mano del capitalismo, encontré el otro día una referencia que me parece tremendamente clarificadora:
“El significado de la familia nuclear en el capitalismo está descrito en el estudio de Amil Ramdas sobre Curaçao. Ramdas describe como la empresa petrolera Shell consiguió en esa isla lo que la Iglesia católica no había conseguido en más de un siglo: la instalación de un modelo de familia en una sociedad dónde antes prevalecía la poligamia, las familias monoparentales y las relaciones sexuales libres. Gran parte de la isla trabajaba para la Shell y a esta le venía bien dar trabajo a obreros casados porque estos tenían un comportamiento más responsable. Además, este sistema le permitía pagar sueldos más bajos a las mujeres casadas, bajo el supuesto de que su sueldo era solo un complemento al de su marido. Para promover la familia nuclear Shell solo dava derecho a casa a los obreros casados. La previsión médica solo se ofrecía a los familiares legales del empleado. Solo los hijos legales recibían materiales escolares y becas. Los fondos de pensiones solo se destinaban a la mujer e hijos legales. Como resultado, los nacimientos ilegales de Curaçao bajaron de más de un 50% el 1920 a menos de un 25% el 1952. Cuando la compañía se automatizó y despidieron a la mayoría de trabajadores, la cuantidad de hijos ilegales volvió a subir un 35% en 1967″. Margot Pujal del libro «El feminisme» ed. UOC, 2005.
Luisa- La política de culpas en el trabajo materno afecta especialmente a los cuerpos que se tienen que asalariarse para subsistir. ¿No es ya muy evidente, Cira, que necesitamos desmontar tanta exigencia sobre el cuerpo-materno, sobre lo que debemos ser y sobre cómo debemos manejar todo lo relacionado con el trabajo materno. No es ya muy evidentemente que estamos ante un tipo de actividad fundamental para la continuidad del sistema que se debe vertebrar públicamente sin que ello sea sinónimo de lógicas neofascistas ni del construco «lo normal, lo natural, lo patriarcal»?
Cira- Nos distraen con polémicas poco importantes, luchas internas que no sirven para nada. Nos hacen creer que somos las únicas responsables de nuestros hijos, cosa que no es verdad ni tampoco justa.
Las criaturas son los fundamentos de la sociedad y debería ser prioridad política. Mientras, las madres, no dejamos de ocuparnos de toda la compleja actividad que es el cuidado, a pesar de todo, cuentan con ello, con nuestra capacidad de aguante. Soportamos demasiado, muchas cargas. No sólo va en ello el bienestar de los niños y niñas, también el nuestro, el de las cuidadoras.
Por otro lado, las más vulnerables, como dices, las mujeres pobres (migrantes, racializadas, etc) que no tienen casi margen de maniobra. A veces en algunos discursos de maternidad militante siento que nos olvidamos de ellas y nuestras luchas deberían incluir éstas problemáticas urgentemente. Necesitamos maneras de facilitar la subsistencia a las mujeres que crían y que no tienen como.
Como le leía a Carolina del Olmo, las prioridades para mi son: educar en el cuidado a todos los niveles y dinero para hacer de los cuidados una tarea digna.
Luisa- ¿No crees que unas posibles estrategias para que todos los cuerpos que asumimos la gestación y sostener partamos de una base igualitaria a nivel material, público y social sin depender del modelo familiarista y por lo tanto no marquemos desde el comienzo de la vida la jerarquización, la racialización, la negación de lo-otro, podrían ser esta serie de medidas que te adelanto?
Desmantelamiento del formato nuclear; un servicio público de asistencia doméstica durante la primera crianza; prestaciones universales por criatura a cargo; traslación de las actividades propias del cuidado al marco retributivo, es decir, que se reconozca éste trabajo como tal y lo saquemos de las obligaciones intrincadas en el amor romántico que derivan en su fase final en la familia nuclear; ayudas a la bio-alimentación de animales-humanos sea cual fuere el instrumento que decidas usar, bien poniendo tu cuerpo con la lactancia o bien dispositivos facilitadores del amamantamiento; reconocimiento de los derechos de las criaturas ya que el otros países hay condiciones que imposibilitan la ratio que tenemos en escuelas infantiles de 0 a 3, facilitar/subvencionar otros formatos de crianza como los padres/madres de día donde no se vulneran las necesidades de las bebitas; reconocer a nivel político los bioprocesos o procesos encarnados que atraviesan a todos, absolutamente a todos los cuerpos, que asumimos la gestación y sostén. ¿Cuales es tu opinión sobre estas posible o futuribles medidas?
Cira- Sobre las medidas concretas a nivel político, me cuesta pensar en ello, la verdad. Tengo mis dudas de un sueldo asociado directamente a la crianza. Me gusta más un dinero asociado a la criatura, es decir que por nacer tenga unos derechos garantizados de tener una vida material digna.
Por otro lado doy mucha importancia a la educación. Me parece que no estamos destinado suficientes esfuerzos en garantizar una educación pública de calidad para todos. En las escuelas me gustaría que se dedicaran esfuerzos en educar en el amor a los otros, en la colaboración, en el grupo o comunidad.
El otro día por un tema de trabajo me releí la declaración de los derechos de los niños y me parece un excelente lugar de donde partir, sobretodo, alguno de los artículos son, sorprendentemente, interesantes y desgraciadamente incumplidos por el Estado.
Hoy en día nadie garantiza legalmente que un niñx pueda ser atendido por sus cuidadores principales cuando esta enfermo, por decir el ejemplo más flagrante. El otro día me contaron que en nosequé país el pediatra da la baja por enfermedad al cuidador/a cuando el niñx está enfermo. Eso me parece que tendría que ser lo normal, pero seguimos aguantando no sé cómo. Seguimos sosteniendo todo a nuestras espaldas. Como si no pasara nada y si que pasa, mejor dicho.