“Pienso que todos los cuerpos son lugares de aprendizaje. Cada experiencia vivida se graba en las células del cuerpo y se procesa de distintas maneras, no sólo en el cerebro. Vivimos en una sociedad que sobrevalora los procesos mentales y no tanto así aquellos físicos (…) Lo que sí creo definitivamente que toca reivindicar son las palabras utilizadas para describir los procesos que atraviesan las madres durante la gestación y sostén, ya que suelen ser descritos desde perspectivas des-empoderadoras”. Ela Spalding

Obra cabecera: “En Nuestras Manos” (2018-proceso) por Ela Spalding

Converso con Ela Spalding (Cuidad de Panamá, 1982), artista, productora cultural y consultora sobre estrategias para articular la relación entre humanas/naturaleza/cultura, sobre las transformaciones sobre su práctica artística una vez que su cuerpo ha sido atravesado por los procesos encarnados propios de la gestación y/o sostén. Ahondando, como residente en Berlín, en los beneficios del sistema público alemán de apoyo a la crianza que le ha permitido, y permite, poder transitar todas la actividades propias a la reproducción social desde un sostén vertebrado a nivel colectivo, a partir de políticas públicas, las cuales le han facilitado unos aprendizajes/saberes específicos y una vivencia de la gestación y/o sostén no violentada por la precariedad (hecho que sí sucede aquí en España: ser cuerpos violentados una vez que asumimos la gestación y/o sostén).

Spalding a partir de su plataforma Estudio nuboso propone un tipo de práctica artística responsable con la ecología, generando una propia lectura artivista (Arte+activismo) frente al cuerpo viviente que nos sostiene: el planeta Tierra. Miembra/fundadora del colectivo Archipel e.V. y curadora asociada del Centro de Arte Contemporáneo y el Mundo Natural CCANW.

Luisa- ¿Cómo ha afectado la maternidad a tu práctica artística?, ¿te has sentido atravesada por ella de manera irreversible?, ¿podrías ahondar en esa afectación?

Ela- Definitivamente me he sentido «atravesada por ella de manera irreversible», ya que atravesar el umbral que te lleva a la maternidad es una experiencia transformadora irreversible que ha cambiado mi percepción del tiempo y mi manera de estar en el mundo. Me ha hecho más precisa y efectiva en mis decisiones; ha aumentado mi poder de discernimiento y me ha obligado a priorizar las cosas más importantes y verdaderas para mí (en la vida personal, social, trabajo y creación).

En cuanto a mi práctica artística, aproveché la transformación y el tiempo que tuve durante el embarazo y post-parto para observar lo que había creado hasta el momento y lo que quería crear a partir de ahora. Tuve mucho tiempo para leer e investigar en temas que me apasionan actualmente, como el antropoceno, el estado del planeta y nuestro rol como humanos en el mega organismo que habitamos.

Empecé a crear obras que me gustaría ver en el mundo. Empecé a incorporar el mundo natural a mi trabajo artístico con más conciencia. Aunque llevaba años facilitando esa intersección entre arte y ecología a través de Estudio Nuboso, sentía que mi obra hasta el momento se había enfocado en otros temas que me confrontaban.

La limitación física del cuido de mi hijo no me permitía usar los medios que había pensado serían mi próximo enfoque (libros objeto), por lo que empecé a incorporar las prácticas de cuido personal y del bebé a las ideas que estaba investigando. Decidí grabar las canciones (o murmullos abstractos) que le cantaba a Louie para ponerlo a dormir.

Sentía que yo y otros adultos que veía en la calle nos beneficiaríamos de estas canciones de cuna como espacio de descanso al final del día. Al poco tiempo me invitaron a exhibir en la Bienal de La Habana, así que desarrollé estas grabaciones a la obra “Ocaso” (2019). En paralelo, llevo un año fotografiando los mudras (yoga de manos) que practico conscientemente hace un tiempo y los sobreimpongo a ecosistemas vulnerables, en una serie que estoy titulando “En Nuestras Manos” (2018/en proceso), investigación que voy trabajando poco a poco, cuando voy teniendo tiempo.

Luisa- Entonces, Ela, ¿puedes afirmar desde tu vivencia que has sido atravesada por unas corpoexperiencia que tiene un fuerte potencial de aprendizaje?. Esto es algo que estamos demando a nivel generacional desde la teoría crítica feminista, que se puedan integrar estos bioprocesos que nos atraviesan durante todo lo relacionado con gestación y/o sostén. ¿Para ti todo este aprendizaje o bioaprendizaje o bioproceso te ha generado mayor empoderamiento en tu práctica como artista, performance e investigadora?, ¿sientes que debemos reivindicar el cuerpo materno como un lugar de aprendizaje?. Como performer, ¿eres más consciente de tu finitud física desde que eres un cuerpo gestante y/o sostenedor?

Ela- La maternidad, sin duda es una experiencia de la que aprendo infinitamente. Por un lado, sí me siento más empoderada y clara en mis prácticas, pero a la vez siento las limitaciones de la energía, del tiempo disponible, de la sociedad que se mueve en otros ritmos distintos al horario familiar, cosa que me hace cuestionar cómo organizamos los eventos sociales, las reuniones, encuentros, exhibiciones. En ese destiempo se pierden cosas pero se ganan otras, tales como un enraizamiento en una vida con sentido y simplicidad que contribuye a la claridad de intención y producción. Las limitaciones de energía también permiten que sólo lo esencial y de mayor importancia salga a relucir, y que lo superfluo se quede atrás.

Pienso que todos los cuerpos son lugares de aprendizaje. Cada experiencia vivida se graba en las células del cuerpo y se procesa de distintas maneras, no sólo en el cerebro. Vivimos en una sociedad que sobrevalora los procesos mentales y no tanto así aquellos físicos, ni hablar del efecto que tiene el uso de pantallas sobre la desconexión con el cuerpo. Lo que sí creo definitivamente que toca reivindicar son las palabras utilizadas para describir los procesos que atraviesan las madres durante la gestación y sostén, ya que suelen ser descritos desde perspectivas des-empoderadoras.

Al venir de la danza y el performance sí tengo cierta conciencia de mi cuerpo y sus transformaciones. El embarazo y sostén me hicieron sentirme más conectada con todos los cuerpos humanos, y sí, con la finitud del física, pero me parece que no es por ser performer o artista multimedia, sino por ser persona y embarcarme en el traspaso generacional inmediato que sucede al tener hijxs. Sin embargo esta finitud viene acompañada de una expansión del tiempo, al pensar en la línea de vida de mi hijo y no sólo en la mía.

Luisa- Actualmente vives en Berlín cuyo sistema de apoyo a la maternidad está más desarrollado respecto a España -desde donde escribo y ejerzo como cuerpo sostenedor. Sin embargo parte del feminismo hegemónico español tilda a los apoyos públicos por parte del sistema alemán como «maternalistas» argumentando que refuerzan los roles de género. Refuerza que el sostén sólo recaiga en el cuerpo que ha gestado a la criatura. Siendo una manera, por parte del feminismo de aquí, de desacreditar que haya que apoyar públicamente la crianza y/o sostén, teniendo como resultado vivir unas crianzas precarias, sin apoyos públicos reales.

¿Cómo lo vives en Berlín?, ¿sientes que los apoyos que ofrece el sistema alemán son suficientes?, ¿te están facilitando la crianza de tu criatura?, ¿me puedes hablar sobre estas medidas de apoyo?. Hasta donde yo sé, hay una prestación pública por criatura a cargo, apoyo por parte de enfermera si estás muy cansada para que puedas dormir durante la primera crianza, facilidad para llevar a tus criaturas a espacios de crianza respetuosa durante los tres primeros años de vida con ratios muy bajas, etc. Un enfoque para la primera infancia respetuoso que bebe de los postulados de la pedagogía Waldorf donde el respeto a los ritmos y necesidades de la criatura es prioritario bajo la acertada creencia que esa criatura es un proyecto de ciudadano al que hay que cuidar, entendiendo que cuanto más respetado sea su crecimiento más va a poder pensar en las demás -cosa bastante evidente- ya sean cuerpos animales-humanos, cuerpos animales no-humanos o cuerpos vivientes o naturaleza. ¿Cómo sientes las medidas públicas del sistema alemán respecto a la crianza que estás tu viviendo?

Ela- Sin duda alguna, gestar y sostener en Alemania tiene muchos beneficios y es algo que quería mencionar antes, ya que justamente el apoyo y las infraestructuras sociales que existen aquí me han dado el tiempo necesario para procesar la maternidad y mi transformación. Me preguntas que si es suficiente… yo creo que es complejo hablar sobre «apoyo», ya que hay muchos elementos en juego: el estado mental y emocional en el que entramos a la maternidad, el apoyo en la pareja o quien acompañe a la madre, la familia -en nuestro caso viven todos lejos-, los amigos y claro, la sociedad.

Aunque el sistema alemán apoye un montón, a la sociedad en general nos hace falta evolucionar mucho para poder apoyar más a los padres y madres; para realmente ver, entender y vivir la importancia de los niñxs como un «proyecto de ciudadano al que hay que cuidar y cuanto más respetado sea su crecimiento más va a poder pensar en las demás (cosa muy evidente) ya sean cuerpos animales-humanos, cuerpos animales no-humanos o cuerpo viviente o naturaleza.» Me parece que el apoyo social que existe aquí busca ser tan integral como Alemania puede ser. Si España creara un sistema así, tendría otros puntos valiosos propios de la idiosincracia española. Creo que eso de que el resultado del apoyo sea «maternalista» no es culpa del apoyo que ofrecen, pero todo el sistema laboral y social de género en el que vivimos. Al final, biológicamente y cuando todo sale bien, las que gestamos, parimos y amamantamos somos nosotras y me parece acertado que la sociedad se enfoque en el bienestar de las madres.

Empiezo por el embarazo y parto que son esenciales de todo este tema. Aunque aquí el seguro de salud hay que pagarlo obligatoriamente y no es barato, debo admitir que con todo lo que cubrió mi seguro básico ya no me quejo. Las parteras son parte del cuido pre-natal, así que desde que quedas embarazada debes buscar una partera y decidir si quieres parir en tu casa, o registrarte en una casa de parto o en un hospital. Durante el embarazo alternas tus visitas de control con la ginecóloga y la partera. Si todo marcha bien, a la hora del parto, sueles estar con parteras -incluso en los hospitales hay parteras de planta- y no necesariamente con tu doctora. Lo que cambia, de salida, toda la idea de lo que la medicina nos está vendiendo en gran parte del mundo con partos des-humanizantes -en Panamá hay un movimiento que se llama “Humanización del Parto” que aboga por el parto natural.

Yo escogí dar a luz de manera natural en una casa de parto, con un equipo de parteras que me atendieron durante el embarazo, en el parto y después. Tuvimos que pagar unos honorarios adicionales que el seguro no cubrió, pero fue una fracción de lo que cuesta un parto en Panamá. Mi seguro cubrió todos los chequeos, el curso de preparación del parto y, una vez que nació mi hijo, una partera de la casa de parto me apoyó desde el día uno hasta el final de mi lactancia. Vino a mi casa una hora todos los días (!) las primeras dos semanas para ayudarme con la recuperación, quitarme dudas y ansiedades de madre primeriza. Luego siguió viniendo cada dos días, una vez por semana, cada dos semanas y estuvo a mi disposición durante un año o más cuando me surgía cualquier duda. Ella misma me recomendó a una instructora muy buena para el curso recuperación física post-parto (lo que también cubre el seguro).

Para el primer año y más: en cada barrio hay centros familiares subsidiados por el Estado, con horas flexibles para llegar a jugar, estar y compartir, donde ofrecen cursos y tienen consejeros disponibles para las familias. Fue a estos centros que recurrí una vez al día una vez mi pequeño empezó a aburrirse de gatear en la casa. En estos centros hay áreas de juego, a menudo con jardín, para que los niños se entretengan y los padres se encuentren y compartan un poco la tarea del cuido constante. Suelen tener agua, jugo, café, fruta o algo dulce por donación o a precios muy accesibles, y también se forman grupos de gateo con música, danza o de lenguas extranjeras para socializar. Aparte de eso, una vez que sale el sol, Berlín es un paraíso de áreas verdes y parques infantiles. Andar en bicicleta es bastante seguro, así que se presta para estar en el exterior mucho con lxs niñxs. No recurrí a ellos, pero hay servicios estatales de apoyo en la casa, especialmente en el caso de embarazos múltiples, una «ambulancia de llanto» para ayudar a los padres con bebés que gritan o lloran constantemente y muchísimos apoyos psicológicos y de coaching para familias, cambios de empleo o para manejar mejor las finanzas, etc.

Financieramente, el Estado le ofrece a los padres unos 200 euros mensuales para cada niñx hasta que cumpla 18 años. Adicional a eso, el sistema de salud y las leyes laborales estipulan que durante el Mutterschutz -protección de la madre- ella tiene derecho a recibir todo su salario durante 14 semanas, 6 antes del parto y 8 después. Si no ha tenido ingresos el año antes del parto, recibe el mínimo de 300 Euros. De ahí en adelante, la madre y/o el padre pueden declarar Elternzeit -baja de maternidad/paternidad- hasta 14 meses si ambos se toman tiempo o 12 meses si sólo la madre lo hace -un incentivo a los papás-. En este caso, entre el aporte del seguro de salud básico y el empleador, el pago es de un 60% o más del salario del año anterior o este salario mínimo de 300. El máximo es de 1,800 euros al mes, por lo cual, dependiendo de los ingresos familiares no siempre se da el caso de que ambos se tomen el tiempo. Y bueno, hay muchos detalles adicionales y variables según la situación de pareja, embarazos múltiples, trabajar pocas horas adicional al apoyo, y bueno, para los freelancers se complica un poco la historia. En el caso de familias o madres con muy bajos ingresos, el sistema social es otro paquete de apoyo completo al que recurren muchas personas.

En mi caso, volvimos a Berlín después de un período de tres años en Panamá cuando yo tenía 5 meses de embarazo y ningún trabajo fijo aquí. Así que recibí los 300 euros mensuales por un año o más. Mi pareja volvió a trabajar algunas semanas después del parto. Por suerte, él puede ser un tanto flexible con sus horas de trabajo, así que fue duro, pero poco a poco fuimos aprendiendo a negociar el tiempo de cada uno y el tiempo de cuido del pequeño.

Con un año y medio, Louie Manú, empezó a ir a una kita -el sistema de guarderías pre-escolares gratuito, o con algún pago simbólico según el tipo de escuelita que sea, que va de 1-6 años, por lo general- que es bilingüe inglés-alemán, donde tienen un cocinero que les hace almuerzo, clases semanales de yoga y danza, y pasean a los parques del barrio y bosques de la ciudad. Solemos llevarlo a eso de las 9:30 am y lo recojo sobre las 3:30 o 4. Esto me permite hacer mucho y poco a la vez, sigo encontrándome en esta vida de artista, organizadora, freelancer y madre.

Aunque sí existe la expectativa de que las madres (y padres) le dediquen el primer año al cuido de la criatura y para mí fue un choque tremendo, Berlín es un lugar donde las conversaciones sobre los roles de género e incluso el cuido compartido entre familias extendidas están vivas y se viven. Para mí estar 19 meses a cargo de nuestro hijo, manejando el tiempo entre la pareja, amistades y el trabajo -continué mis proyectos en Panamá, haciendo arte y empecé un contrato de consultoría durante ese tiempo- fue un reto y un lujo tremendo que esta estructura social alemana y mi constelación familiar nos permitieron.

Creo que es un regalo -¡invaluable!- tanto para nuestro hijo, como para nosotros, ese tiempo de cuido, permitido por la estructura pública alemana. Ha sido esencial para nuestra relación, y le da a él, a nuestra criatura, una base que llevará consigo toda su vida.

Luisa- ¡Muchas gracias, Ela!