«Lo que emerge con fuerza, a pesar de las violencias y las injusticias, es un imaginario colectivo que reconoce la interdependencia y da valor a los cuidados de maternaje para preservar la vida humana y del planeta. Es muy fuerte la presencia de un entramado social que existe y “resiste” a los avatares del blanco-progreso intentando organizar modos de criar y cuidar desde lógicas comunitarias» -Candelaria Santillán Palmeiro.

Obra cabecera: Tejido colectivo (2021) por Espacio Abierto para la Red Kuyuy. Cortesía Espacio Abierto

Converso con Candelaria Santillán Palmeiro -psicomotricista feminista, madre de dos hijas, promotora de Igualdad y de Salud Corporal e integrante de Aupas (Asociación uniendo Psicomotricidad y Artes)- sobre
Maternar desde los feminismos. Entretejiendo experiencias y propuestas de cuidado colectivo impulsado entre compas de Argentina, España, México y Perú de la Red Kuyuy -red para la articulación de tejido feminista transterritorial.

Abordamos cómo dentro de las estructuras de pensamiento del sistema blanco-paterextractivista ha ido ganando terreno la lógica de no-responsabilizarte de las otras, de los tres, de lo otro. Donde hemos ido interiorizando un individualismo corrosivo desolador que forma parte del proceso de blanqueamiento de las crianzas, pero frente a este páramo, Santillán Palmeiro, plantea apoderarnos de la salud corporal, la potencia de las corpoexperiencias en las crianzas y la máxima de “valorar lo propio, potenciar lo común”.

Luisa- Cande, tenéis entre manos un maravilloso proyecto Maternar desde los feminismos. Entretejiendo experiencias y propuestas de cuidado colectivo entre compas de Argentina, España, México y Perú. Entiendo que en cada contexto hay un nivel distinto de arrase (desarticulación) respecto a la responsabilidad afectiva hacia las otras, hacia los otres, hacia lo otro. Ha ido expandiéndose, de manera silenciosa, un individualismo corrosivo propio de este sistema de organización social extractivista que roba nuestras fuerzas vitales. Todo esto inoculado muy nuclearmente. ¿Sientes que en el Estado Español, donde tú te sitúas, los vínculos han sido arrasados de manera más brutal respecto a otros contextos de Abya Yala?

Cande- Sí, siento que aquí en el Estado Español los vínculos han sido arrasados de manera brutal y que hay que hacer un arduo trabajo de revitalización del entramado comunitario en relación a los cuidados en general y a las prácticas de crianza en particular. Creo que las maternidades se viven con mucha soledad y desilusión aquí, además de que la organización social no contempla ni acompaña los procesos de gestación y crianza, hay un individualismo arraigado desolador que impide muchas veces conectar con las potencias colectivas de transformación.

Nutrir las maternidades feministas desde el intercambio de experiencias de-constructivas es una acción potente que nos permite valorar y re-situar nuestras vivencias colectivamente para empezar a emanciparnos de los mandatos opresores que nos impone el sistema patriarcal.

Tengo la convicción de que podemos gestar nuevas maneras de relacionarnos y sostenernos desde la alegría, la creatividad y la salud corporal. Impulsadas por el deseo y no solo por la indignación ante las violencias que nos oprimen, reconociendo las diversas realidades de cada cuerpo-comunidad y respetando las decisiones y los modos de criar y cuidar.

“Valorar lo propio, potenciar lo común”. Esta frase la atesoro de alguien muy querido y la llevo en mí como lema para los trajines del activismo y del acontecer cotidiano.

Luisa- “Valorar lo propio, potenciar lo común”. En el territorio de politizar y teorizar la actividad humana de maternar o de sostener a cuerpos dependientes de tu cuerpo para su desarrollo en condiciones de bienestar, donde nos hemos conocido, hay un problema como la articulación de lo «común» con el hecho de poner en práctica en lo real o de compartir la responsabilidad afecto-logística de la crianza con otros cuerpos fuera de las obligatoriedades núcleo-familiares hetero-consanguíneas. ¿Cómo hacemos para trascender ese miedo inoculado por este patersistema-extractivista que nos deja a los cuerpos maternos como únicos valedores de la vida y muerte de las criaturas?

Cande- Sí, es cierto que la propuesta de descentrar pensando la co-responsabilidad de los actores involucrados en la crianza sigue siendo un proyecto a crear con pocas posibilidades de llevarse a cabo en un modo de organización pater-sistema extractivista. Sin embargo, hay muchas experiencias comunitarias que tejen desde la micropolítica otras formas de maternar y crear redes de sostén y apoyo para cuidar y criar de las cuales podemos aprender muchísimo.

La complejidad es que las funciones de crianza no permiten una simple sustitución mercantil sino que requieren de una “puesta de cuerpo” y una disponibilidad efectiva y afectiva, con referentes que marquen presencia y continuidad, con acciones concretas de cuidado para poder responder especialmente en los primeros tiempos de vida a las necesidades vitales de les niñes: alimentación, sueño, higiene, abrigo, afecto, movimiento, exploración, etc.

El cuerpo que sostiene las crianzas pone en relieve el “trabajo” que significa maternar, los esfuerzos que ese cuerpo hace desde acciones concretas, especialmente cuando no hay deseo y placer en querer y poder ejercer esta función. Cuando decimos «la maternidad será deseada o no será» también estamos diciendo que maternar por obligación y sin deseo puede ser un riesgo tanto para la salud corporal de las madres como la de les niñes.

En cuestiones de cambios en torno a la crianza hay que repensarlos tanto en lo macro y las políticas públicas que gestionen una perspectiva diferente desde la organización del cuidado (con más jardines maternales, licencias extendidas de maternidad y paternidad, remuneración económica a las madres…) como en el plano de las costumbres y mandatos sociales. El miedo se encarna cuando nos sentimos en amenaza y sentimos que nuestro rol puede ser sancionado, juzgado, expropiado. Aquí la militancia micro y las prácticas de concientización que venimos haciendo las feministas es nodal.

Luisa- Retomando la experiencia e intercambio en vuestro proyecto Maternar desde los feminismos. Entretejiendo experiencias y propuestas de cuidado colectivo. ¿Sientes que las compas de países no-primermundistas viven lo de maternar de manera más encuerpada, ponen el cuerpo y se dejan afectar por otros cuerpos necesitamos de su cuerpo, porque no ha entrado tan saco la creencia del blanco-progreso donde se nos dice que lo de avanzar socialmente tiene que ver con distanciarte de cuidar de otros cuerpos y de reconocer que somos cuerpos finitos que vamos a morir y que otros cuerpos finitos nos necesitan?

Cande- Considero que sí, las maternidades se viven más encuerpadamente en otras latitudes, al menos en América del Sur que es lo que conozco. Culturalmente el contacto en las crianzas es más estrecho, la cercanía afectiva de los cuerpos propicia una conexión diferente con el maternar y con las afectaciones recíprocas que se van dando en esos vínculos. También se viven más encuerpadamente las opresiones y las desigualdades en las condiciones de existencia de los cuerpos sostenedores, la coyuntura clase-raza marca tajantemente las realidades y las posibilidades de vivir maternidades decididas, elegidas y respetadas en su diversidad.

¡Nota! Carol Arcos Herrera -assistant professor of Latin American Cultural, Gender and Sexualities Studies UC San Diego- nos comenta, a raíz de la lectura de esta conversación, que “estemos atentas a no caer en la mirada colonial-atávica sobre las mujeres latinoamericanas. En el Sur global, pero sobre todo pienso en el colonialismo ibérico en América, el hombre-blanco-conquistador ensayó y construyó el legado racista patriarcal de la colonial modernidad. Sumado después al neocolonialismo temprano de EEUU en la región, y estas variables han supuesto un intenso proceso estructurador de cómo se articulan las maternidades. El debate habría que plantearlo desde otro lugar, sobre todo en espacios como el Cono Sur, en donde hemos vivido dictaduras que impusieron a sangre y fuego el neoliberalismo”. Al hilo de lo que comenta, Arcos Herrera, se torna problemático idealizar o plantear una identidad común -o identidad única como mujeres latinoamericana- porque en sí mismo este gesto es una forma de colonización y de sometimiento a lecturas eurocéntricas, olvidando cómo las fuerzas de la blanquitud planean muy activamente en las maneras de encuerpar los trabajos maternos. 

Lo que emerge con fuerza, a pesar de las violencias y las injusticias, es un imaginario colectivo que reconoce la interdependencia y da valor a los cuidados de maternaje para preservar la vida humana y del planeta. Es muy fuerte la presencia de un entramado social que existe y “resiste” a los avatares del blanco-progreso intentando organizar modos de criar y cuidar desde lógicas comunitarias. Los cuerpos-comunidades, con sus singularidades y realidades situadas, impulsan proyectos de solidaridad y cooperación para transformar los mandatos encarnados y las prácticas que sabemos caducas para las maternidades y las funciones de crianza. La finitud de nuestra existencia siempre está presente, todes vamos a morir, pero lo importante es qué hacemos en este tránsito que es la vida para crear realidades amorosamente vivibles.

Algunas de las preguntas transversales que nos planteamos en el ciclo de “Maternar desde los feminismos” son: ¿De qué maneras cuidamos, criamos y creamos otras realidades que nos sostengan desde el deseo y nos impulsen desde la desobediencia? ¿Cómo nos reinventamos en nuestro maternar desde el placer, la creatividad y la potencia de colectivizar los cuidados? ¿Qué formas toma un maternar más sostenible, social y comunitario? ¡En ese proceso estamos! La verdad que está siendo muy potente, ya tuvimos dos encuentros del ciclo Kuyuy compartiendo con mujeres de diferentes países (Perú, Colombia, México, Chile, Ecuador, Argentina, Nicaragua, Uruguay, Brasil, Estado español) y un dato destacable es que la mayoría de las mujeres que están participando ya están organizadas en redes en sus lugares de origen, vienen trabajando y entretejiendo sus experiencias de cuidado colectivas. Así que poder ampliar redes entre todes y conocer las iniciativas de cada organización amplia horizontes e inaugura nuevas confluencias de cooperación. ¡Esto es muy esperanzador!

Luisa- ¡Muchas gracias, compañera! Rescato como cierre o comienzo de otra futurible conversación este párrafo de María José Pérez Sián en Miradas en torno al problema colonial. Pensamiento anticolonial y feminismos decoloniales en los Sures Globales (Aka, 2019) sobre cómo manejar las raíces, los anclajes biográficos, la ancestralidad dentro del proceso que propone Red Kuyuy para la articulación de tejido feminista transterritorial. Pensar en tramar alianzas desde el diálogo con lo ancestral, como territorio último de arraigo, que se redefine cada vez que es transitado, pero que a su vez funciona como un anclaje en nuestro cuerpo finito y en los cuerpos finitos que nos precedieron. Pensar en cómo ha sido arrasada la ancestralidad como lugar de potencia, de configuración epistémica, en estos contextos primermundistas, y cómo esa negociación psíquica se puede conformar como un territorio donde honrar a todos los cuerpos que socio-históricamente han asumido los trabajos maternos.

"La búsqueda y reafirmación de las raíces ubica las experiencias en un pasado ideal que traspasa el recuerdo para materializarse en procesos dinámicos de identidades reconstruidas, en las que se refuncionaliza continuamente lo que se considera ancestral; es decir "(...) el proceso de reinvención de la tradición por el que costumbres, aparentemente seculares, adquieren una contemporaneidad política; o cómo a los hechos contemporáneos se los carga, estratégicamente, de ancestralidad, son expresiones de la función política de la identidad y cómo ésta opera como estrategia consciente" (Guerrero, 2002:121). Por lo tanto, pasado e identidad son construcciones que se reconfiguran cíclicamente y que sólo pueden ser entendidos en el presente" -María José Pérez Sián.