«La lucha feminista está visibilizando la violencia sexual y el maltrato porque la violencia de los cuidados, que se carga sobre las mujeres, es también violencia sobre nuestros cuerpos. Nos deja exhaustas, agotadas, vacías y enfermas. La salida para mí es poner la energía en hacernos cargo de nuestras necesidades como adultas y dejar de lamentarnos» -María Llopis.
Obra cabecera: Punk Mum Don’t Forget Eat Lunch and Make Some Trouble por Banksy.
Converso con la performer, activista, pensadora, maestra y escritora, María Llopis, sobre su recién publicado libro La revolución de los cuidados (Txalaparta, 2021), como segunda etapa encuerpada de un proceso que comenzó con Maternidades subversivas (Txalaparta, 2015).
En este nuevo libro se piensa en diálogo con el hacer de muchas compañeras. Se “piensa con”. Abordando cómo enfocar la actividad humana de sostener a otros cuerpos -que necesitan nuestros cuidados para un desarrollo vivible en el planeta Tierra- desde estructuras psíquicas que posibiliten la no-reproducción de la violencia normalizada, el reconocimiento del auto-cuidado como lugar innegociable para cuidar en condiciones de bienestar o la potencia de superar lógicas de infantilización y victimismo.
Luisa- María, hablas en la introducción de tu nuevo libro «La revolución de los cuidados» (Txalaparta, 2021) cómo la relación con el cuerpo materno es la relación primera, la base, la source, el punto de partida. Este anclaje psicoemocional desde el cuerpo materno o cuerpos maternos que nos sostienen, todo lo que se sucede ahí, parte de una herida sociohistórica sistémica desde distintos niveles de trauma de manera mayoritaria. Este punto de partida encierra mucho dolor no-digerido ya que los cuerpos maternos devenimos de mucha tralla de negación y devaluación: ¿será que lo profundamente revolucionario sería transformar este punto de partida (esta herida psíquica) desentrañando todo el trauma que arrastramos como cuerpos mujeres obligados a cuidar?
María- Es que nos quedamos solas cuidando y eso es traumático porque para poder cuidar al otro, hay que cuidarse uno mismo primero. Para poder ver las necesidades del otro y mostrarse empático, yo necesito que mis necesidades estén cubiertas y recibir empatía a su vez. Y es mi responsabilidad procurármelo aunque no lo tengamos de cara. Por eso es una revolución crear espacios en los que nos cuidemos los unos a los otros.
El auto cuidado es la base. ¿Cómo puedo yo enseñarle a mi criatura a ser capaz de cuidar de sí mismo si no me cuido yo? Imposible. Ellos aprenden por imitación. Recuerdo la primera vez que vi a mi hijo poner agua en el vasito de enjugarse los dientes que tengo en el baño y tirarla un par de veces antes de beberla. Yo jamás le había dicho que tuviera que hacer eso, porque yo creo que es más una manía mía que otra cosa. Pero él veía que yo lo hacía, así que repitió mi comportamiento. Y así con todo.
Luisa- Pero el autocuidado sólo se puede plantear desde una estructura en la que podamos distribuir los cuidados fuera de toda la mentira-macho-patriarcal -la cual dice que esto lo tenemos que asumir porque sí y además tiene cero valor. Es curioso que estemos asistiendo a todo un cambio de narrativas para que incorporemos la responsabilidad ecosocial, el clima, la huella de carbono, etc como parte de nuestro asunto vital propio, para que nos hagamos responsable de eso, pero lo de qué pasa con todas las actividades, acciones y repeticiones desde cuerpos animales-humanos que hacen posibles que la vida sea vivible para todos los cuerpos, ni mú, o el poco mú que aparece es muy residual o siempre se plantea como debate inconcluso. No logramos que sea parte de los programa educativos en los coles o del centro de facto de la urgencia política. Altavoz por el clima, sí, pero altavoz a todo volúmen para denunciar ya de una vez por todas la explotación sobre los cuerpos mujeres y cuerpos maternos quienes asumen en silencio-negación-devaluación los cuidados, cero pelotero. ¿Qué pasa, María? ¿Por qué no reaccionamos?
María- La explotación de los cuerpos maternos y no maternos está íntimamente ligada a la explotación del planeta y de sus recursos. Es un sistema enfermo que se basa en la explotación de los recursos humanos y naturales. Esto lo trabajo muy bien la Federici. Pero hay una vinculación dolorosa con la madre de base.
Rut Muñoz dice en la última entrevista de La revolución de los cuidados: «Tenemos que entender que vivimos en una sociedad enferma en la que la falta básica es la de la madre, tomada la madre como esta persona o conjunto de personas que ha de sostener o cuidar. Estamos todos igual. En vez de lamentarnos, o después de hacerlo, hagamos algo. Pero esto implica una renuncia a tu propia expectativa de encontrar a tu madre. Una persona no ha madurado del todo hasta que ha hecho ese duelo.”
Menos lamentarnos y más asumir esa renuncia. La lucha feminista está visibilizando la violencia sexual y el maltrato porque la violencia de los cuidados que se cargan sobre las mujeres es también violencia sobre nuestros cuerpos. Nos deja exhaustas agotadas vacías enfermas. La salida para mí es poner la energía en hacernos cargo de nuestras necesidades como adultas y dejar de lamentarnos. Vuelvo a citar a Rut Muñoz: «Esa misma energía que tenemos para destruirnos la tenemos para construirnos. Entonces vamos a ponernos las pilas. Los cuidados que yo quiero van hacia la vitalidad, hacia la alegría, hacia el afecto, hacia el construir y hacia el que les den porque mi vida no me la amarga nadie, porque es mía, es mi responsabilidad, y voy a poner toda la carne en el asador y punto. ¿Tú te sumas? Vamos juntas.»
Luisa- Retomando la entrevista con Rut Muñoz hay una pista maravillosa que ella pone sobre la mesa que creo no tenemos que perder de vista en estas luchas, la de que «los cuidados no tienen que servir para infantilizar a nadie sino para autoa-bastecernos de provisiones afectivas». El cuidado como sinónimo de autonomía, como sinónimo de dignidad.
¿Crees que en los movimientos feministas existe el peligro de un victimismo que se atrinchera en lugares -que entiendo son necesarios para la articulación como sujeto político- donde se ponen en marcha derivas de violencia intragrupal con cuerpos también oprimidos en lugar de hacer de las luchas un lugar de potencia, un territorio de alianzas, donde las tramas sean complejas/trasversales por el número desbordante de seres que las empujan -como esos dos millones de cuerpos atravesados por opresiones en el espacio público en Santiago de Chile durante el 8M de 2020– e intensas por la diversidad identitaria (desde ejes biográficos distintos) que a su vez posibilita tramar horizontes desde la interseccionalidad (aquí recomiendo este maravilloso ensayo recién publicado Interseccionalidad. Desigualdades, lugares y emociones de María Rodó-Zárate) o como parte del proceso de revelar las miserias del privilegio o donde y cómo se disloca (proyecto en marcha con la perfomer Paloma Calle)?
María- Yo entrevisté a Rut Muñoz porque me gustaba como hablaba de maternar y cuidar sin ir al lugar de la víctima. De hecho creo que entrevisto a cada una de las personas del libro precisamente por eso, porque son personas que han decidido hacerse cargo de su autonomía y no quedarse en la víctima.
Delfina Ferrer ha fundado una escuela, Quatre Camins en Castellón, que va a ser un referente en lo que a nuevas pedagogías se refiere, dadme tiempo. Lamiae Abassi es cofundadora de ExMenas, una asociación para atender las necesidades reales de los MENAS. Desireé Bela tiene un trabajo super potente sobre las maternidades racializadas, Marta Busquets es un referente en la defensa de los derechos en la maternidad. Silvia Agüero con su proyecto Gitanizar el mundo nos explica que sobre maternidad en tribu las gitanas saben mucho. Sadie Lune nos da una visión de la maternidad desde el punto de vista de una trabajadora sexual y performer. Rosario Hernández nos habla del poder de nuestras hormonas y de los cambios que producen en nuestros ser las distintas fases de la maternidad. Alicia Murillo aporta un punto de vista feminista a la teología y señala que el cuerpo de las mujeres es origen de la vida y que ha sido sacralizado por casi todas las culturas, excepto la actual cultura occidental, que al contrario, nos condena. Sairica Rose ofrece una visión de como se están mercantilizando nuestros úteros con las tecnologías reproductivas. Paula Ezkerra plantea que el trabajo sexual es un trabajo de cuidados. Gabriela Wiener plantea una visión desde el Gender Queer Parenting sobre el poliamor y la crianza. Erika Lust nos habla del porno y de los adolescentes. Sarai Wilde nos habla de la menopausia como el momento en el que la mujer pasa a cuidar de sí misma como prioridad máxima. Y Rut Muñoz nos hace entender como el sistema patriarcal niega a la madre y como ese el el origen de tanto dolor.
Luisa- Sabes que tengo mucha conversaciones abiertas con compañeras de Abya Yala y compañeras pensadoras feministas o hacedoras de emancipación (que no se sientes cómodas en el nominativo de blanco-feminista) que no están en países primermundistas y muchas de ellas tiene Maternidades subversivas en sus ejes de coordenadas para encarar los trabajos maternos desde estrategias no-patriarcales. Cada vez que nombran tu libro me da mucha-mucha alegría interna (como un pequeño subidón). ¿Crees que en estas sociedades del progresismo donde vivimos ha ido ganando terreno la lógica que dice que avanzar socialmente es distanciarte del cuerpo finito o que avanzar es negar la enfermedad, negar la finitud de nuestros cuerpos, negar que necesitamos a otros cuerpos fuera de narrativas de infantilización para que nuestra vidas sean vivibles en condiciones de bienestar?
María- Ay Luisa, qué bien hablas y cuánto me cuesta entenderte, ¡que yo tengo un lenguaje más simple! Pero creo que veo por donde vas.
Luisa- Jaja. Si hablo bien pero no me hago entender, ¡algo no estoy haciendo bien!
María- Si negamos nuestras necesidades básicas, y una de ellas es la de conexión, no podremos llegar muy lejos. Urge un cambio general porque las estructuras en las que vivimos están ya obsoletas, no sirven a la vida. Cárceles, sistemas de crianza basados en castigos y recompensas, escuelas e institutos con sistemas autoritarios y carcelarios que crean rabia, angustia e impotencia.
Luisa- Aquí entra todo el trabajo que está haciendo la maravillosa penalista, Paz Frances Lecumberri, con todo el proceso despatriacalizador a partir de las tesis abolicionistas de la prisión y de justicia restaurativa.
María- Ayer leí en prensa sobre el sistema universitario español. Por lo visto (bueno, es vox populi) las universidades en este país funcionan con un sistema jerárquico tipo feudal, en vez de incentivar la excelencia en la docencia. Pero caerá. Las estructuras que no sirven a la vida van a ir cayendo. Cada uno de nosotros tenemos la semilla de un mundo nuevo en nuestro interior.
Por cierto yo sí me siento cómoda con el nominativo de blanca feminista, también con el de paya, puta, loca, pija, hetera, bastarda… Es lo que soy y hay algunas de esas nominaciones que pueden darme privilegios y otras quitármelos, sí, soy muy consciente de ello.
Luisa- Como cierre. ¿Podrías compartir cual o cuales han sido los aprendizajes más significativos de este proceso de libro? ¿Dónde estabas antes de comenzarlo y donde estás ahora?
María- Pues este libro son mis 7 años de crianza de mi hijo, así que te diré que al principio era una ignorante y que ahora lo sigo siendo, pero un poco menos. ¡He aprendido tanto durante estos años! Este libro refleja una pequeña parte de ese proceso. Ahora he re-descubierto a Marshall B. Rosenberg y estoy integrando muchas cosas que he ido aprendiendo durante todos estos años de crianza. Rosenberg es el creador de la Comunicación No Violenta (CNV) y es un optimista nato. Me gusta su forma de entender la vida de forma práctica y de hacer fáciles las cosas y en eso conecto mucho con él porque a mí me encanta focalizarme en lo positivo siempre. En “Maternidades subversivas” para denunciar la violencia obstétrica no encontré mejor manera que buscar testimonios de partos orgásmicos, ¡y vaya si encontré! No me parece que haya una forma mejor. Por cierto, la persona que compartió sus partos orgánicos en “Maternidades subversivas”, comparte ahora su gozosa experiencia con la menopausia. Una maestra.
A mí la crianza me puso sobre la mesa de golpe y porrazo toda mi incapacidad para hacerme cargo de mis necesidades. Al tener que hacerme cargo de los cuidados de mi hijo, me di cuenta de que no era capaz de cubrir mis propias necesidades como adulta y que eso era un problema en la crianza. Durante estos 7 años mi trabajo ha sido el hacerme cargo de dichas necesidades de forma autónoma y aprender a solucionarlas de forma sana. Como dice Rosenberg: “Cuando confundimos la necesidad con la petición y pensamos que nuestra necesidad solo puede satisfacerla una persona determinada o de una forma concreta, nos estamos limitando y transformamos la abundancia en escasez”.
Yo vivía en la escasez y ahora me siento un poco más cerca de la abundancia. Dicen que los ciclos vitales van de 7 en 7 años, así que supongo que estoy a punto de empezar el siguiente ciclo. Estoy muy agradecida por todos estos años. El aprendizaje más significativo para mí ha sido el de entender que para cuidar bien del otro necesito primero cuidarme yo a mí misma, como lo de las mascarillas de oxígeno en los aviones: primero te la pones tú, y luego se la pones al niño.
María- ¿Nadie va a decir nada acerca del hecho de que el chaval de la portada del libro lleva mascarilla y es precisamente su mamá la que se la está ajustando? Como cada día hago yo al dejar a mi crio en el cole, vaya.
Luisa- La primera vez que vi esta imagen como cover de tu libro me vino Trincheras permanentes. Intersecciones entre política y cuidados (Pepitas de calabaza, 2017) de Carolina León donde la portada es una imagen de las movilizaciones de los jornaleros que van caminando juntos (utilizo masculino plural porque representa la macho-revolución) y una jornalera parte de la movilización -que a su vez es cuerpo mujer que lleva en sus brazos a una criatura- le pregunta a su compañero, el cual parece líder del movimiento, si puede llevar un rato al crío o si es que acaso no lo ve.
“La revolución es una cosa muy complicada, es verdad, pero más complicado aún es enfocar qué retaguardias concretas sostienen la revolución, qué cuidados habilitan o qué política es capaz de trascender en las vidas de quienes la producen, cuando se cuida a otros. O, desde otro punto de vista, qué demonios pasa con esas retaguardias cuando todo parece en calma. Un día se juntaron, a ver si se entendían, dos grupos de ideas aparentemente separadas: política, militancia, activismo, organización, que iban por un lado, y reproducción, vida, cuidados, afectos, sostenimiento, que venían por otro. Y tenían cosas que decirse. Sobre todo tenían cosas que preguntarse. ¿Esto de la política es para cualquiera, de verdad? ¿Dónde están los cuidados cuando se los necesita? ¿Bajo qué condiciones, quién sostiene la política? ¿Se puede, por tanto, priorizar todo aquello que siempre ha estado en segundo plano? La ola de movilizaciones que llegó a partir del 15m sirvió para poner al trasluz las condiciones de reproducción de la política en la calle y en otro tipo de espacios. Y a partir de ahí surgió este libro, que indaga en las intersecciones entre política y cuidados” -Carolina León.
Luisa- ¡Mil gracias, María! Voy a esperar paciente a la tercera etapa que se abrirá en ti después de este libro, a ver donde te lleva y nos lleva.