“No hay conciencia de la otredad, de los problemas fuera del mundo blanco, porque no se conocen, no hay educación ni difusión mediática clara sobre esto, por lo que toda persona que no tenga la inquietud o reflexione sobre estos privilegios históricos, continúa consumiendo cuerpos-sirvientes como algo totalmente normal y aceptable” -Efe Tapia.

Obra cabecera: Who clean your shit? (2020) de Efe Tapia la cual fue creada en el contexto del Laboratorio de Artivismo Feminista por Escuela de Arte Feminista (Julio, 2020)

Converso con Efe Tapia, escritora chilena residente en Australia transitoriamente, desde donde empuja su asunto vital propio como artista en formación. Reflexionando acerca de la migración y en cómo transformar la opresión en arte y resistencia. En Diario non Diario (2020) la pensadora traza un recorrido poético sobre el proceso de viaje y auto-descubrimiento bajo la consigna «La revolución será sensible, o no será».

Ahondamos en cómo el cuerpo-blanco perpetúa la lógica depredadora de disponer de las vidas de otros cuerpos y de reproducir condiciones no-vivibles que nos precipitan en nuevos escenarios -muy normalizados- de esclavitud contemporánea. Cómo toda esta alteración pandémica ha estado manejada para perseverar en las vidas que ostentan privilegio. Cómo los trabajos en el hogar -entendidos como todos aquellos que sostiene la logística doméstica para generar condiciones de bienestar- deben estar asumidos desde lógicas que no-posibiliten el robo las fuerza vitales y del desarrollo vital de otros cuerpos.

Luisa- Efe, ¿cuales son los anclajes y motivaciones de tu obra «Who clear your shit” (2020)? ¿Este ejercicio es una denuncia ante la invisibilidad del trabajo del hogar y de los cuidados dentro de las lógicas productivas turboneoliberales?

Efe- En primer lugar, muchas gracias por contactarme y abrir el diálogo entorno a este tema.

La obra «Who clean your shit?» (2020) es un ejercicio artístico y poético que surge en el marco del Laboratorio de Artivismo Feminista en el que participé en Julio de 2020, gracias a la convocatoria que hizo la Escuela de Arte Feminista. En este contexto, donde participaron distintas artistas de distintos territorios, dialogamos en torno a la deconstrucción del espacio público/ privado y como ciertas prácticas de la vida cotidiana relacionadas con los cuidados están siempre relegadas a un espacio privado, relacionadas siempre a cuerpos femeninos, pero que a través del arte y la performance han sido visibilizadas, abriendo la discusión y la posibilidad de cuestionar dichas prácticas y los mecanismos de poder que en ellas subyacen.

En base a este laboratorio teníamos que hacer el ejercicio de denunciar alguna situación relacionada y en ese momento yo estaba trabajando como cleaner en Melbourne, Australia.

Estábamos bajo cuarentena y permiso para salir de la casa por motivos muy específicos, como trabajar, hacer ejercicio o cuidar a otres.  Entonces, cuando tuvimos que crear algo para el laboratorio, yo pensé en toda esta situación de trabajar limpiando y sin contrato, cómo otra amigas latinas también estaban en la misma, saliendo a trabajar porque necesitábamos la plata para poder seguir pagando cuentas y comidas, en el transporte publico, yendo lejos de la casa, exponiendo nuestros cuerpos al virus al movernos por la ciudad, exponiéndonos a una multa por no tener cómo justificar que estábamos trabajando, sintiendo angustia por diversos motivos, pero haciéndolo de todas formas porque había que subsistir.

De esa forma surgen todas estas reflexiones y criticas, cómo son los cuerpos femeninos, migrantes, racializados los que cumplen con estas tareas de cuidar y limpiar las casas de otres, que a pesar de sentirse vulnerables al contagio del covid, siguen moviéndose por las ciudades, que a pesar de que, en mi caso, mi interacción con otras personas era mínima, al ir a trabajar a otra casa tenía que, por obligación, no por elección propia, estar en contacto con otra gente, todo eso a mi me daba muchas vueltas, me daba y me da mucha rabia, cómo a pesar de todas las precauciones que yo podía tener, daba lo mismo, porque de todas formas tenía que exponerme al contagio por poder ganar un poco de plata. Ahí surgió esta pregunta, de quién limpia tu mierda?, reflexionando en torno a si somos conscientes o no respecto a esa otra persona que hace el trabajo de limpiar lo que yo ensucio, de exponerse a gérmenes, basura, mierda, ya sea en un baño público, quienes recogen la basura, o en nuestras propias casas, quién es esa persona que hace lo que tú evitas hacer.

También en torno a esto, está el tema de género y clase, porque somos mujeres de contexto socio económico precario las que trabajamos en esto. Hubo noticias de mujeres asesoras del hogar en Chile que se contagiaron, que sus patrones no las dejaron ir a sus casas con sus familias porque ellos no querían exponerse al virus, pero tampoco hacerse cargo de cuidar y limpiar su propia mierda, una compañera del taller bordó el nombre de «Cleonice», una trabajadora doméstica en Brasil que murió por covid porque su patrona llegó de Italia con el virus. Muchas situaciones profundamente injustas, donde como siempre, son principalmente mujeres de clases bajas las que sufren las consecuencias del egoísmo, irresponsabilidad y falta de autosuficiencia de familias acomodadas, que pueden tenerlo todo con plata, incluso la vida de una empleada doméstica.

Todos estos trabajos y desplazamientos, se mantienen invisibles, porque en el caso de Australia y quizás otros países primermundistas, todos los nacionales recibieron ayuda monetaria del gobierno, siguieron trabajando desde sus casas y los migrantes estábamos limpiando esas mismas casas, estaciones de tren y buses, poniendo el cuerpo en las calles para que los blancos sintieran la seguridad de una ciudad sanitizada, limpia, libre del virus, pero: ¿cuál es el verdadero virus al final? ¿el covid o el capitalismo?

A continuación el poema que acompaña el ejercicio fotográfico «Who clear your shit?» (2020):

Who clean your shit?

Expongo mi cuerpo al virus

Entro en tu casa:

Contaminación cruzada.

Alcohol gel y mascarilla

Cloro y guantes de goma

¿Cómo se diferencia  una pandemia de otra?

La pobreza

            El racismo

                       El capitalismo salvaje

¿sabes quién soy

            Y cuál es mi historia

                       Mientras te limpio la mierda?

Pago cash in hand

Sin boleta

Sin contrato

Sin rastro ni seguridad

Expongo mi cuerpo al virus

¿Cómo se diferencia una pandemia de otra?

Luisa- Está claro que la Covid19 es una epidemia primermundista donde las medidas están pensadas para proteger al cuerpo macho-blanco-productivista que no cuida ni ha cuidado nunca, ni toca una lavadora o cambia un pañal. Queda fuera todo lo que no produce «ese» tipo de capital que puede ser acumulado por el blanco-colono. Podemos vivir sin fondos de inversión, ni algoritmos, pero no podemos vivir sin calor de otros cuerpos, pero nunca desde cuerpos esclavizados, ni expropiados. Necesitamos justicia alimentaria, justicia sanitaria, justicia en el acceso a la vivienda. Verdaderas condiciones de salud y bienestar para todas/todes. ¿No será este el momento de que revirtamos eso?

Efe- Te había escrito una respuesta hermosa y el autosabotaje vino y la borré toda, a ver si me queda tan bien.

Creo que sí, que efectivamente con este punto de inflexión que ha sido la aparición de este virus, queda en evidencia la necesidad de transformación de esta realidad centrada en la producción materialista a una realidad centrada en lo humano profundo, en el desarrollo y cuidado de nuestra sensibilidad. Ha quedado claro lo urgente del apoyo colectivo, de poder sostenernos unes a otres para poder sortear dificultades y mantener una salud mental mínimamente saludable, de poder darnos un tiempo para crear, bailar, escribir o lo que sea, sin un interés productivo más allá de hacer algo por nosotres y nuestro bienestar, el virus nos ha permitido entender eso.

Pero creo también que esta transformación tiene obstáculos, relacionados con aquellos que aún están insertos en este viejo sistema de producción capitalista que desatiende las emociones y que trafica cuerpos como mercancía, que pone unos cuerpos por sobre otros, en base a categorías de personas que «merecen» más o menos cuidado. Al hablar de esto pienso en el concepto de «capitalismo gore» de Sayak Valencia, de cómo los cuerpos se vuelven intercambiables y desechables, simples medios para generar dinero o un servicio, negando en ese cuerpo cualquier humanidad.

Un obstáculo entonces son los gobiernos, policías y sectores privilegiados que están en posiciones de poder y que no consideran a toda la población como sujetos a cuidar, sino que invierten más y más en los mismos círculos que ya tienen todo, dejando de lado a cuerpos pobres, migrantes, obreros, mujeres, disidencias sexuales, cuerpos con capacidades diferentes, etc considerándolos ciudadanos de segunda categoría y por ello, menos dignos de bienestar.

Hay mucha gente de mierda en posiciones de poder y una transformación real necesita que esa gente salga y abra paso a una nueva forma de accionar desde y hacia lo social.

Por otra parte, están les oprimides que siguen creyendo en la fantasía capitalista de que el trabajo genera dinero y el dinero, oportunidades. Ponen el cuerpo al servicio del capital que los consume, con la idea de que a mayor esfuerzo, más posibilidades de ser felices, porque puedo comprar y acceder a cosas, dejando de lado la preocupación por lo emocional e intangible, creyendo en esa historia que ya sabemos, no es real, nunca será suficiente dinero para ser como ellos, para tener un espacio entre ellos, los privilegiados, entonces hay que cambiar la forma de vivir y subsistir.  Puede ser lento y difícil, pero es necesario.

Luisa- Hay un sector del pensamiento feminista que ahonda en todo lo relacionado con el trabajo del hogar y de los cuidados que aboga por la desaparición de la posibilidad de externalizar los trabajos en lo doméstico, frente a un sistema que distribuye estos trabajos desde estrategias que desactivarían seguir explotando cuerpos-mujeres, migrantes y racializados cuyo anclaje biográfico está marcado por las opresiones paterblancocapitalistas de un sistema de origen que ha naturalizado el maltrato al cuerpo-mujer.

Pensando en este horizonte hipotético futurible (¡ya posible!) dónde lo doméstico se distribuye desde la auto_responsabilidad de que ningún cuerpo reproduzca opresiones sobre otros cuerpos, desde el desarrollo de políticas públicas para auto_sostenerlo y desde la auto_organización de grupos o comunidades pequeñas (donde siempre es más fácil poner en práctica las transformaciones sociales). ¿Qué estrategias se te ocurren para que esto pudiera pasar?

Efe- Lo primero que se viene a mi mente es la educación, educar en la autosuficiencia y no en la dependencia desde la temprana infancia, delegando tareas relacionadas con la responsabilidad en pequeñas acciones que vayan evolucionando con la edad, pero relativas a ser conscientes de si ensucio tengo que limpiar, que si saco todos los juguetes de la caja debo ponerlos de vuelta, generar una dinámica interna en las familias de hacer tareas conjuntas para mantener la casa andando, en vez de «ayudar», asumir tareas como responsabilidad propia.

Asimismo, desde las instituciones educativas mantener esta estrategia de responsabilidades colectivas de limpieza y cuidado de espacios/herramientas de uso común. En Japón los estudiantes limpian sus salas de clases e incluso los baños, aprendiendo con esto el hábito de hacerse cargo de lo que ensucian, pero también habilidades de trabajo en equipo y humildad, ya que todos participan por igual, niños y niñas, siendo parte de su cultura, mostrando con esto cuidado y respeto por sí mismes y por quienes les rodean.

También es importante considerar en este tema de la limpieza y los cuidados a nuestro planeta, implementar en este sentido de responsabilidad el nivel de basura que producimos y cómo esta basura repercute en la destrucción del medio ambiente. Hay muchos problemas imbricados en este tema de quiénes se hacen cargo de los cuidados y los desechos, porque mientras un gran porcentaje de la población no se hace cargo, hace ojos ciegos al daño y abuso que producen sobre cuerpos y sobre el ambiente.

Otra estrategia a nivel comunitario y local puede ser jornadas de limpieza de plazas, playas y/o espacios públicos en general, cómo generar la obligatoriedad de participar en esto, no sabría cómo hacerlo, pero generar incentivos, no sé, de alguna manera implementar una consciencia y responsabilidad de que todo lo que «poseo» genera un impacto en alguien más, ya sea comer algo, tirar un envoltorio, tener un hije, una mascota, una familia, todo eso es responsabilidad mía como sujeto individual y colectivo y tengo que hacerme cargo, y mientras más joven sea cuando lo entienda y asuma, mejor.

Efe- ¿Qué estrategias crees, Luisa, pueden democratizar el trabajo doméstico y quitar esta labor extra casi exclusiva de las mujeres?

Luisa- Aquí te comparto un programa que tenemos en marcha la pensadora feminista y activista, Marta Malo, y la que escribe, dentro de actividad públicas del MNCARS titulado Por un Estatuto de los Cuidados. Propuesta de escritura colectiva de una ficción jurídica con efectos reales donde estamos proyectando un ejercicio de ficción jurídica sobre un futurible horizonte donde estarían vertebrados, a nivel jurídico, todos los trabajos que se acumulan en el inconmensurable territorio que son los cuidados, como prácticas que posibilitan la continuidad de la vida como tránsito vivible o que la vivibilidad del asunto vital propio sea posible, a partir de la politización de los cuerpos que asumen tales actividades hacia los animales-humanos, pero más allá de los animales-humanos (sería lo deseable). En este proceso he identificado que podríamos comenzar a desentrañar, nombrar y traducir en euros -monetarizar- todo lo que se acumula en los cuidados. Desenredar y poner palabras y números.

Llamar a cada trabajo de manera específica y no solapar prácticas diversas -unas sobre otras- como prácticas que tienen un anclaje identitario, porque no es así. Esto que tenemos ahora es el resultado de unas dinámicas inconscientes desde las asignaciones forzosas que van implícitas en el género. Comenzaría por nombrar, establecer tipologías y traducir en números/euros/pesos/dólares a partir de dos grupos de trabajos: cuidados que hacen posible la continuidad de la vida de otros cuerpos necesitamos del cuidado para el desarrollo de su asunto vital, y cuidados que no son necesarios para la continuidad de otros cuerpos sino del cuerpo propio.

Tipologías claramente establecidas donde estén definidas las responsabilidades de lo público respecto al sostén de tales actividades que son necesarias para los cuerpos dependientes de esos cuidados para su desarrollo en este planeta Tierra: ¿qué acciones y repeticiones sostienen a las infancias, las enfermedades crónica, las enfermedades transitorias, la diversidad funciona, la neuro-diversidad o el acompañamiento al final de la vida? Articular cada una de las actividades, repeticiones y acciones que posibilitan los cuidados: revelarlas, ponerlas en el BOE, desentrañarlas, nombrarlas, monitorizarlas y traducirlas en tributaciones/impuestos/garantías/bajas/paro. Los cuidados necesitan su traducción en euros, dólares, pesos. ¡Sin complejo ninguno!. Porque este patersistema nos debe mucha plata, tiene una deuda delirante con los cuerpos-mujeres que asumen los cuidados, y una deuda de memoria histórica del cuidado hacia los cuerpos que lo han asumido/sostenido en las tinieblas del silencio, de la devaluación y esclavitud doméstica/sexual.

Otra posible acción para que no recaiga en cuerpos mujeres estos trabajos sería el de obligar por ley a que el cuidado y sostenimiento de la logística doméstica –especificando claramente cuales son las prácticas que configuran tal actividad humana- siempre y cuando no tengas una diversidad funcional que te impida asumirlo, sea una responsabilidad propia -desde la auto-organización cotidiana- como manera de responsabilizarte de las otras, de los otres, de lo otro. Tener la máxima de no reproducir opresiones sobre otros cuerpos que devienen de contextos atravesados por violencias múltiples con democracias que se agrietan con pus demarrada por los feminicidios y la violencia institucional. 

Creo esencial, para salir de donde estamos, en las escuelas desde primaria haya una asignatura o talleres de psicología despatriarcalizadora donde se aborden los constructos e introyectos de pérdida y negación que han sido inoculados en nuestro propio cuerpo-deseante. Introyectos y constructos psíquicos en los que hemos sido socializadas. Superar/olvidar aquello de de ser-para-los-otros o lo de seguir alimentando el expropiando-para-ser del macho-patersistema. Parar en seco. Tener nuestro foco psico-energético para nosotras mismas, no en función de otros y para otros. Aprender a desarrollar el propio asunto vital fuera de las macho-expectativas, y con ello iremos entendiendo toda la carga de trabajo que asumimos como construcción sociocultural que en lo real, es un despropósito histórico.

Ser muy conscientes como cuerpos epistémicos que somos, aunque no nos lo digan los centro de enunciación de geo-poder, que tenemos que desmontar el extractivismo de este sistema sobre nuestras fuerzas vivas. Fuerzas que a su vez sostienen que la vida sea posible en condiciones vivibles. 

Luisa- Como cuerpo que ha tenido que atravesar el momento más duro de la pandemia -confinamiento- asumiendo el trabajo del hogar o trabajo de cuidados o trabajo doméstico externalizado remunerado en un espacio donde habitaba una unidad familiar conviviente, presumiblemente desde una posición de privilegio. ¿Se te ha hecho más evidente que toda esta falo-convulsión-vírica niega todo lo que no sean cuerpos blanco-asalariados primermundistas, curiosamente en sociedades que se regocijan por su madurez democrática? ¿No es alarmante esto?

Efe- Es realmente alarmante en verdad, es alarmante también lo evidente, pero al mismo tiempo subliminal de esto. La negación del racismo e incluso el aparente anti racismo de los países y sociedades primermundistas, donde supuestamente predomina un pensamiento liberal, democrático e inclusivo, pero que al enfrentar esta crisis queda en evidencia la categorización de ciudadanos y de nacionalidades enteras. Aquí los migrantes somos ciudadanos de segunda y tercera categoría. Eso quedó en evidencia cuando el primer ministro australiano Scott Morrison «invitó» a todos los extranjeros a volver a sus países, olvidando que pagamos por estar aquí, pagamos nuestras visas, nuestros impuestos, o los programas de estudio. Siendo ciego incluso a que la mayoría de los trabajos de cuidado doméstico y de limpieza son llevados a cabo por migrantes. Somos ciudadanos de segunda categoría cuando les conviene, porque cuando la situación económica era normal, las puertas estaban abiertas para venir a invertir tiempo, energía, fuerza de trabajo y sobre todo, dinero, pero en la adversidad, como siempre, son les menos privilegiades quienes sufren las consecuencias.

En este tiempo en Australia, he experimentado múltiples reflexiones en torno a esta colonización mental en la que estamos inmersos, al racismo imperante desde los estados nación hasta los ciudadanos, de cómo un viaje muy ingenuo inicialmente se ha transformado en una apertura mental a analizar cómo operan las relaciones migratorias entre los países más -menos desarrollados, donde los primeros abren visas tentadoras para obtener mano de obra barata de los países menos desarrollados, neo esclavos que venimos voluntariamente a trabajar y hacernos de dinero en las granjas, en el turismo, en la construcción, para luego gastar el dinero ganado con el agotamiento de nuestros cuerpos en este mismo país, en un ciclo de consumo y turismo que parece un win-win, pero que de fondo tiene la despolitización de la migración, bajo la fantasia de ser un backpacker o mochilere, que viene a probar suerte y disfrutar de una «experiencia», disfrazando la explotación en trabajos que los nacionales no están dispuestos a realizar.

Me faltó señalar que el idioma también juega un papel muy importante, porque los que tienen inglés nativo, ya acceden a privilegios que quienes lo tenemos como segunda lengua, no podemos acceder.

Luisa- Es curioso, Efe, como el cuerpo blanco-social primermundista va sacando de sus responsabilidades todo lo que tiene ver con el trabajo de cuidar a otros cuerpos necesitamos del trabajo de cuidados para que su vida sea vivible. ¿Sientes que los cuerpos primermundistas siguen perpetuando las lógicas coloniales de me apropio de otros cuerpos para yo seguir en mis derivas de acumulación de capital? ¿Seguir detrás de un deseo continuo como cuerpos que se creen infinitos?

Efe– Claramente es así, hay un consumo de cuerpos, de vidas no blancas por parte del mundo blanco privilegiado y lo más terrible creo es que no hay una conciencia real de esto, no al nivel de entenderlo como una extensión de las lógicas coloniales de apropiación de cuerpos y culturas completas, porque no hay un sentido histórico. La persona blanca promedio, vive su vida como si nada, sin la preocupación de que su sola existencia ya implica una serie de privilegios, entre ellos, las oportunidades de no ser un elemento consumido sino consumidor. El capitalismo y la ilusión del desarrollo genera estas individualidades deshistorizadas, que asumen su realidad como la única posible, la mejor, la deseable y todo lo que esté «contra» o fuera de ella, como terrorista, incivilizada, miserable, etc. No hay conciencia de la otredad, de los problemas fuera del mundo blanco, porque no se conocen, no hay educación ni difusión mediática clara sobre esto, por lo que toda persona que no tenga la inquietud o reflexione sobre estos privilegios históricos, continúa consumiendo cuerpos-sirvientes como algo totalmente normal y aceptable.

Efe- ¿Crees, Luisa, que desde los grupos blancos privilegiados, ya sea en el primer o tercer mundo, hay conciencia de esto? ¿Se lo cuestionan siquiera?

Luisa- Desde el cuerpo-hombre-colono-blanco, no la hay. Entendiendo como cuerpo-hombre aquellos que identitariamente están sujetos a macho-lógicas productivistas y utilitaristas, donde está interiorizado/normalizado la acumulación de capital a partir del robo sistémico del trabajo de otros cuerpos y la opresión hacia todos lo que no estén bajo su propia construcción identitaria. No puede desarticular tal identidad porque su expropiando-para-ser es su ADN.

Toda su potencia va dirigida a reproducir el privilegio y reforzarlo al máximo, como lo vemos diariamente con un paterestado que niega los trabajos de cuidados que sostienen la vida, cuando son estas prácticas las que a su vez sostienen a las fuerzas de trabajo de las que, paradójicamente, depende para su continuidad. Es curioso darte cuenta de cómo existe una relación entre de nivel de dependencia y el grado de negación.

Otra deriva es el cuerpo-mujer-blanco -donde me incluyo- que a pesar de partir de un lugar de privilegio, esto convive con seguir siendo un cuerpo oprimido respecto al cuerpo-hombre-blanco, sometidos a unas asignaciones y atribuciones devaluadas históricamente a partir de la división sexual del trabajo donde va introyectada la pérdida de poder neuro-físico-político.

Aquí aparece la herida interseccional de la que habla la académica, María Rodó Zárate. Toda la estructura de opresión de los cuerpos blancos respecto a todos los no-blancos va articulando un complejo sistema de pesos que caen unos sobre otros y de grietas por donde se derraman el supuesto privilegio. El cuerpo-mujer-blanco en lucha (no el cuerpo-blanco-mujer macho-adaptado a los deseos y expectativas de la turbo-verga enloquecida) vive en un situación de pérdida constante respecto al macho-cuerpo-blanco, y para activar una verdadera desarticulación feminista, hay que transitar por el proceso incómodo de perder poder en este entramado respecto a la macho-lógicas y macho-exigencias y esa pérdida hace que la emancipación sea un proceso complejo, ya que al identificar y asumir que tus emancipaciones no pueden pasar por apropiarte de la vida y de la fuerzas de otros cuerpos que deviene de contextos atravesados por violencias, tu herida sigue sangrando, tu lugar de opresión permanece, y la distancia para alcanzar la supuesta emancipación continúa.

Y lo que está claro es que el cuerpo-mujer-blanco en lucha, como territorio de privilegio, tiene una responsabilidad respecto a los cuerpos no-blancos. No puede focalizar -sólamente- en la desarticulación de las macho-lógicas, sino también tiene que ir negociando internamente con su responsabilidad -inherente al hecho de habitar un cuerpo de privilegio- respecto a los cuerpos-mujeres no-blancos.

Luisa- Muchas gracias, Efe, espero que sigas desarrollando tan lúcidamente el maravilloso territorio que estás articulando con tu práctica migración-resistencia-opresión.