“Hablar de cuidados me parece que implica un conocimiento situado, si bien podemos compartir cosas con mujeres que viven en otros territorios, y aprender mucho de ellas, juntarnos nosotras acá quienes tenemos la experiencia en esta geografía, con estas calles y plazas, con estas formas de producción del espacio y lo político que implica, fue una manera de sembrar en estos lugares también una conexión más profunda con nosotras mismas y nuestras ancestras, y las vidas por venir” -Paulina Varas (Valparaíso, Chile).
Obra cabecera: Antropofagia (1929) por Tarsila do Maral. Cortesía Fundação José e Paulina Nemirovsky, São Paulo. Acompañar la conversación con Varas con esta obra se debe al hecho de estar comiéndonos a nosotras mismas (de manera antropofágica), como cuerpos maternos expoliados por el pater-blancoestado, en estos contextos postpandémicos donde hemos agotado las reservas de nuestra despensa psico-energética.
Converso con Paulina Varas (Valparaíso, Chile) investigadora feminista en prácticas artísticas, académica en la Universidad Andrés Bello y receptora de un fondo I+D de la ANID/Fondecyt nº11201004 sobre “Arte, política y mujeres en Chile”. En esta conversación, comenzada en octubre del pasado año y atravesada por las psico-consecuencias que arrastramos a raíz de la sobre-explotación de nuestros cuerpos maternos en las coordenadas post-víricas, Varas, aborda el sostenimiento mutuo, la suavidad como estrategia, la importancia del cuidado situado en conexión con las ancestral y vidas por venir, los cuidados vitalistas y la nanopolítica como resistencia antipatriarcal.
Varas, a su vez, es impulsora de Crac Valparaiso -plataforma feminista aliada del ciclo de debates online Despatriarcalizar la faloarquitectura: hacia unas prácticas desde cuerpos que cuidan y cuerpos que necesitan ser cuidados que comenzamos el próximo 14 septiembre, y en el cual también participará respondiendo a la pregunta: ¿Podemos desarmar la normalización del metarrelato fálico en las prácticas arquitectónicas actuales, frenando así el abuso patriarcal que ha significado su uso como representación de la acumulación de capital, invisibilizando y constriñendo a los cuerpos que cuidan y cuerpos que necesitan ser cuidados (desprovistos de tal acumulación histórica)?
Luisa- Paulina, tomando como punto de arranque el proceso colectivo iniciado desde el proyecto «Delicatum» sobre maternidades, cuidados y trabajo reproductivo en Valparaiso (Chile), quería preguntarte por los territorios que se han ido abriendo entre todas/todes las que compartís estos encuentros, donde se revelan las heridas, todo lo no-narrado, todo lo pendiente de ser politizado, como sentires inherentes al sostén -sostenes que posibilitan la reproducción social como actividad humana por vertebrar y dignificar. ¿Qué me podrías compartir en relación a esto?
Paulina- Gracias Luisa. Te puedo compartir que este proyecto ha nacido en 2020 como parte de muchas iniciativas colectivas de sostenimiento mutuo en los momentos más crudos de la pandemia, las cuarentenas, los permisos de movilidad, el cuidado de nuestras vidas y nuestras personas cercanas, de nuestrxs hijxs (me refiero a otras iniciativas como la creación de ollas comunes, cooperativas de compras colectivas, etc.). Un momento bien complejo visto desde Chile, ya que pasamos de las masivas movidas públicas de la revuelta de octubre de 2019 a una cuarentena que nos tuvo encerradas meses.
En el caso de Valparaíso y las ciudades cercanas, fueron cuarentenas de casi 5 meses. Este repliegue a nuestros lugares íntimos, quienes aún podíamos hacerlo, -ya que sabemos que no todas tienen las condiciones materiales y laborales para hacerlo- implicó que empecemos a revisar nuestras vidas en relación al cuidado, entrar en crisis o también ver que herramientas teníamos para afrontar este momento.
En mi caso me había separado del padre de mi hijo a fines del 2019 entonces mis condiciones eran nuevas en cuanto a la organización de mi vida material y afectiva. Un deseo de componer colectivamente me movió a contactar a unas amigas Niza, Priscilla y Daniela del antes «Circulo social de terapeutas» hoy llamado «Espacio circular la puerta azul» de Valparaíso y plantearles el trabajar juntas un taller donde leyéramos, compartiéramos, habláramos desde nuestras experiencias, de cómo estábamos viviendo las formas de cuidado en esa coyuntura singular.
El taller comenzó sin mucha estructura previa, con una cuenta de zoom donde nos conectábamos durante 2 horas los días sábado. Reunimos una serie de materiales, desde textos, podcast, vídeos, proyectos de artistas feministas, estudios de economía feminista, blogs (¡como el tuyo!) y los compartimos con las participantes. Y en base a unos temas específicos nos reuníamos a conversar sobre lo que estábamos viviendo.
Al inicio creo que tomé una figura un poco más académica ya que soy profesora hace muchos años, y me costaba situarme allí desde un lugar de escucha más profunda y afectada, supongo que por la misma dificultad de entrar a estos temas que nos atraviesan tan profundamente.
De a poco me fui involucrando en el rol de «facilitadora» que en Chile es un término que indica una persona que pone a disposición un saber pero que no lo controla, para mi es una producción conjunta y un desafío maravilloso. Fue un potente ejercicio darme cuenta como nos cuesta a todas hablar de cómo cuidamos, aceptar el error, la falla, el cansancio sobre todo en esos meses. La propuesta a las participantes era que si no podían asistir a todas las reuniones (porque sábado en la tarde en un momento en que las que cuidamos trabajamos mucho también) que la asistencia podía ser intermitente, ya que cada encuentro tendría su singularidad.
Se formó un bello grupo de confianza mutua, compartimos mucho de lo que nos sucedía en esos meses. Si bien la idea era conocer de otras pensadoras y creadoras que han propuesto vías de encarar el mundo de los cuidados, las maternidades y el trabajo reproductivo, permear todo ese saber con nuestras experiencias. Siento que fue una manera de entramarnos con nuestro presente, con nuestras historias y memorias. Sin duda esa experiencia del 2020 fue muy intensa y potente. Y tenemos la idea de darle continuidad en 2022 desde un formato presencial y con otras formas de producir juntas un saber desde los cuidados.
Una cosa importante era que las participantes fueran preferentemente de Valparaíso o ciudades cercanas. Puesto que hablar de cuidados me parece que implica un conocimiento situado, si bien podemos compartir cosas con mujeres que viven en otros territorios, y aprender mucho de ellas, juntarnos nosotras acá quienes tenemos la experiencia en esta geografía, con estas calles y plazas, con estas formas de producción del espacio y lo político que implica, fue una manera de sembrar en estos lugares también una conexión más profunda con nosotras mismas y nuestras ancestras, y las vidas por venir.
Luisa- ¿Podríamos situar las experiencias diversas del sostén de la vida, todo lo que la vida exige para mantener con vida a otros cuerpos, como estrategia para establecer epistemes despatriarcalizadoras? Mantener los cuerpos que dependen de nuestro cuerpos en condiciones vivibles, ¿es en sí un acto de resistencia? ¿Podríamos articular distintos conceptos de cuidados, como maneras de mantener la vida en condiciones deseables en relación a otros cuerpos que dependen del nuestro para el desarrollo de su asunto-vital-propio en este planeta -sin caer en lógicas esencialistas, ni biologicistas?
Paulina- Yo pienso y siento que sí. Todo depende mucho de la experiencia vital de cada una, de las condiciones físicas, psíquicas y materiales que cada persona que sostiene la vida de otra pueda ir produciendo constantemente. Y sin duda que hay una gran potencia despatriarcalizadora allí, lo pienso eso sí como un conjunto de gestos, ya no cómo grandes empresas que desestabilicen una estructura molar.
Pienso más bien en la potencia molecular que puede tener cada nano-gesto de resistencia en nuestra cotidianeidad. Desde allí me ha gustado mucho la potencia de la suavidad como una estrategia política. Esto lo compartimos con unas amigas, nos preguntamos juntas que puede ser para nosotras hoy el ejercicio de la suavidad como una forma de sostenernos, y sostener a otrxs, desde los gestos sensibles. Una nanopolítica que nos permita acceder aún a aquellas fuerzas que se resisten a la desestabilización de nuestras vidas. Me parece que estas acciones llenas de existencias menores como dirían algunxs filósofxs, son en sí una parte de la lucha antipatriarcal que nos convoca.
Luisa- A raíz del debate que abrimos en el Seminario 2 alojado en el Centro Cultural de España en Santiago de Chile el pasado 22 de marzo, donde arrancamos con una frase de Suely Rolnik -que sé que adoras, y con la que habéis desarrollado el hermoso y potente seminario «Des/constituyentes: Prácticas e imaginarios por-venir” II Encuentro Internacional de la Cátedra Pensamiento Situado. Arte y política desde América Latina-, quería hacerte extensible la pregunta: ¿podemos integrar las fuerzas reproductivas como fuerzas emancipadoras legítimas, fuera de resortes conservadores, como fuerzas que perserveran en la vida, como fuerzas activas que buscan los destinos de ser/hacer/estar más ético?
Teniendo en cuenta que Suely Rolnik parte «la idea de que la pulsión es siempre «de vida” (o «voluntad de potencia», como la designa Nietzsche), ya que lo que la vida quiere es perseverar, diríamos que su destino es por principio afirmativo, variando de lo más activo a lo más reactivo (de lo más noble a lo más esclavo…) (…) En este caso, lo que Freud llamó «pulsión de muerte» correspondería al máximo grado de reactividad de pulsión de vida, es decir, al grado más bajo de su potencial activo”.
Paulina- Si, el trabajo de Suely nos ha llevado a pensar desde varias perspectivas las fuerzas emancipadoras en nuestras vidas. Sobre todo cuando hemos vivido proyectos en nuestras sociedades impulsados por la energía tanática, me refiero por ejemplo a gente de mi generación que nacimos en los inicios de la dictadura cívico-militar chilena.
He escrito alguna vez sobre ello: qué significa nacer al mismo tiempo que otros cuerpos desaparecen. Mientras unos cuerpos son asesinados por el terrorismo de Estado otros cuerpos llegamos a la vida. Nacer en medio de esas contradicciones en sociedades que con mucha dificultad procesan colectivamente las violencias históricas, a la vez de cómo ese deseo de vida igualmente se instala y se resiste a la pulsión de muerte.
Las fuerzas reproductivas que perseveran en la vida en nuestro contexto social y político, sin duda tenemos que repensarlas bajo las violencias que también heredamos (que es patriarcal, colonial, racial, etc. cómo la misma Suely señala).
La pulsión de vida que nos mueve desde algún lado antiguo, coexiste con esa otra energía destructiva que proviene también de nuestra historia, la cuestión me parece que más que verla como una dicotomía insalvable, es ver en qué medida podemos más que «ir en contra» es de «ir de frente» y generar momentos de cuidados vitalistas. Las fuerzas reproductivas frente a esas herencias y legados me parece sin duda una posibilidad muy potente de ir cuestionando y repensando esas éticas de vida que señalas.
Luisa- Muchísimas gracias, Paulina. Agradezco mucho este proceso de un año, desde el comienzo de esta conversación, donde hemos ido sembrando a cada paso, y en muchas dirección. Nos vemos el próximo miércoles 14 septiembre aquí. ¡Gracias por tu fuerza, suavidad y potencia, compañera!