“Con la actual crisis sanitaria nos encontramos frente a una importante oportunidad para continuar con la lucha antipatriarcal donde nuestros cuerpos maternos son relegados a la sumisión hogareña (…) el mismo sistema no quiere que esta situación cambie, y lo que ha hecho esta pandemia es más bien alargar y, de alguna manera, obstruir cualquier tipo de rebeldía (…) dejándonos, obviamente, con poco espacio y tiempo para reflexionar y poder retomar el diálogo de una manera consciente y sostenible” -Laura Fong Prosper

Obra cabecera: Autoretrato por Laura Fong Prosper

Converso con la artista visual y editora, Laura Fong Prosper (Ciudad de Panamá, 1978), residente en Berlín, desde donde asume el trabajo materno y trabajo profesional bajo estas nuevas coordenadas vitales víricas. Ahondamos en el estrechamiento de posibilidades y desarrollos vitales desde crianzas en contextos primermundistas intentando que esto no suponga tener que asumir una condición vital expropiatoria, muy conocida para nuestros cuerpos mujeres de manera histórica, o lo que es lo mismo, una neoesclavitud doméstica donde asumimos ser la mano-de-obra-encerrada-gratuita del machoestado para sostener los efectos de esta crisis sanitaria.

Fong Prosper en Mater (2020) narra las cargas que se va acumulando sobre nuestros cuerpos maternos durante el desarrollo de la crianza de nuestras criaturas a partir de la formalización visual del multitasking, lo hace de manera brillante, como retrato generacional de todxs lxs que asumimos los trabajos maternos. Revelando cómo se erige como práctica que demanda psicomatéricamente la totalidad del tiempo de trabajo sin posibilidad de remuneración, sin socialización ni distribución de tales cargas (como actividad humana, ahora, endurecida por el aislamiento). Además, en la obra en colaboración con ecóloga cultural panameña, Ela Spalding, Vida (2020) abordan las profundas implicaciones políticas en los cuerpos que necesitan ser cuidados y en los cuerpos que cuidan de las distintas maneras de hacer la práctica materna cotidiana.

A continuación, la conversación:

Luisa- Durante esta crisis sanitaria, ¿sientes que también se está abriendo una oportunidad para las nuevas luchas reproductivas al intensificar las cargas sobre nuestros cuerpos maternos y desaparecer el sistema autorganizado desde nuestras propias herramientas para sostener las crianzas ante la falta de un sistema de distribución del cuidados de menores a cargo? ¿Estamos ante una potente oportunidad para desentrañar el nudo o más bien negación/expropiación que tiene este sistema con las maternidades o trabajos maternos?

Laura- Definitivamente pienso que con la actual crisis sanitaria nos encontramos frente a una importante oportunidad para continuar con la lucha antipatriarcal donde nuestros cuerpos maternos son relegados a la sumisión hogareña. Pero también pienso que el mismo sistema no quiere que esta situación cambie, y lo que ha hecho esta pandemia es más bien alargar y de alguna manera obstruir cualquier tipo de rebeldía por parte de los cuerpos maternos al confinarnos a la vida doméstica mientras hacemos simultáneamente los trabajos de cuidado con los profesionales, todo esto bajo un mismo techo, dejándonos obviamente, con poco espacio y tiempo para reflexionar y poder retomar el diálogo de una manera consciente y sostenible. Dependerá de nosotres seguir la lucha ya sea dentro o fuera de casa, con otros cuerpos maternos. Educar a nuestros hijos y a otros cuerpos masculinos. Hacerles entender que las labores maternales y del hogar deben ser repartidas y que crear una red de apoyo mutuo es indispensable para lograr una sociedad más justa y equitativa.

Luisa- Entiendo que en Mater (2020) querías retratar el trabajo que se va acumulando sobre los cuerpos maternos de una manera silenciosa, cómo se manejan las maternidades o trabajos maternos, en los márgenes del sistema, ¿estoy en lo cierto o tenías otras intenciones?

Laura- Estás completamente en lo cierto, de hecho realizar esta pieza fue la única manera que encontré para lograr expresarme, porque me faltaban las palabras. Así de invisible me siento frente al Monstruo del sistema y lo relegadas que estamos, en situación de desventaja, especialmente como madres migrantes en un país mayoritariamente blanco y con una cultura completamente diferente a la mía. Diferente también en cuestiones de maternidad y crianza. Sin una red de apoyo familiar, que se aleja muchísimo a la manera que yo fui criada y es la única que conocía (con sus fallos y problemas también). Me ha tocado aprender y desaprender bastante.

También quería materializar nuestro espacio cerebral, mostrando visualmente toda la carga que tenemos, y todo lo que tenemos que pensar y hacer en un día. El multitasking mientras limpio la cocina, pienso en el proyecto que tengo que entregar y las compras que tengo que hacer para preparar la cena esta noche para luego volver a limpiar indefinidamente. Básicamente con las pantallas múltiples quería mostrar las muchas ventanas de mi mente, de mi día a día y el interminable caos de la vida doméstica.

Luisa- Sobre lo que cuentas de cómo has tenido que reactualizar la manera de llevar la crianza ya que tu experiencia está anclada en un sistema más familiarista donde siempre había cuerpos, pero cuerpos mujeres, que se iban distribuyendo el sostén de las criaturas desde estructuras poco igualitarias, pero mucho más acordes a las necesidades reales de distribución del cuidado que son necesarias para que el hecho de asumir los trabajos maternos no sea sinónimo de esclavitud contemporánea (experiencia que comparto al haber crecido en el Sur de Estado Español en una ciudad pequeña y rural). Dicho esto, Laura, ¿cuales serían las mayores pérdidas que están sufriendo los trabajos maternos en este proceso de blanqueamiento de la crianza en el que estamos visto/entendido desde lógicas eurocentradas frente a nuestra experiencia de crecer en un Sur conceptual a través de la afectación cotidiana con muchos cuerpos que asumían parte del trabajo de cuidar?

Laura- Considero que una de las mayores pérdidas de los trabajos maternos en la crianza de mis hijos lejos de mi hogar y familia sanguínea, en un país nórdico, con una cultura muy diferente a la mía, es la falta de calor humano y el contacto físico con otros cuerpos, yo fui criada por mi abuela y tías, quienes ayudaban a mi mamá en la crianza de sus hijes mientras ella trabajaba para poder traer sustento a casa. Hoy en día, yo soy la madre, la abuela y las tías, mientras hago trabajo doméstico y trabajo productivo para poder traer sustento a casa también, mientras simultáneamente me encargo de la crianza de mis dos hijos. En esta situación todes salimos perdiendo. Mis hijos por la falta de conexión que están desarrollando con sus familiares y con otros cuerpos humanos, pero también a causa de mi agotamiento siento que no puedo maternar adecuadamente para ellos por no tener la ayuda con la que contaba mi madre y esto me genera una gran culpa de mala-madre. Dicho esto, es también una gran perdida para mi salud fisica y mental por contar con muy poco tiempo para ejercitarme, cuidarme y lidiar con la acumulacion de stress que todas estas responsabilidades me causan y al no estar bien conmigo misma, tampoco puedo estar bien con los demás. Sumémosle a esto la desconexión que en momentos siento con mi pareja al no tener más tiempo libre para pasar juntes e intimar creándose así un desvínculo afectivo entre nosotres, que en ocasiones es muy doloroso.

Luisa- El multitasking que retratas tan lúcidamente en la pieza Mater (2020) revela toda la carga mental equivalente a la acumulación de trabajos sobre nuestros cuerpos (trabajo de logística doméstica, trabajo de sostén psicoafectivo y acompañamiento de menores a cargo, trabajo «productivo», trabajo intelectual, trabajo psicosocial para generar vínculos en la comunidad apegos seguros a las criaturas fuera la de familia nuclear, etc), ¿como cuerpo materno migrante sientes que tienes un trabajo añadido a toda esa carga mental? ¿Cómo describirías esa carga?

Laura- Definitivamente como madre migrante en un país completamente ajeno al mío, me enfrento diariamente la barrera del idioma y la diferencia cultural pronunciada al tener que hacer un esfuerzo extra para poder descifrar los códigos y maneras con los que se maneja la gente acá diariamente. Ya no tengo sólo que velar por mí, sino por mis dos hijos, lo que hace que las situaciones burocráticas se multipliquen y se necesite ahora más que nunca un mejor dominio del idioma y de entendimiento cultural para sobrevivir dentro de este sistema. Además para poder participar de manera adecuada en las actividades escolares o extracurriculares de los niños es necesario enterarse bien de todo. En ocasiones me ha tocado experimentar racismo y xenofobia. A veces de maneras violentas y fuertes. A veces de maneras imperceptibles que si lo comento me tachan de sensible. Me insultan y si me quejo me insultan otra vez. Esta y muchas otras son las realidades que nos toca vivir a diario.. a nosotras, madres migrantes.

Luisa- ¿Podrías hacer un ejercicio de identificación de esas «maneras imperceptibles» de pertrechar el racismo y xenofobia que sientes de manera encuerpada -de manera corpoatravesada- en un contexto sociocultural que se caracteriza por su apertura europeísta? ¿Será que el primermundismo sigue siendo sólo para los cuerpos blancos o cuerpos machoadaptados a las lógicas del Norte-Norte dejando fuera las maneras de llevar los trabajos reproductivos de la vida fuera del primermundismo y las concesiones de apertura son ficciones sociales para mitigar el peso inconsciente que cargamos por la herida histórica de colonización y destrucción bélica?

Laura- Una de las maneras imperceptibles donde se manifiesta el racismo en Berlín es la ilusión de que vivimos en una sociedad muy abierta e internacional, y por eso mismo siempre soy cuestionada sobre mi procedencia donde sea que vaya, como que despierta mucho interés la “exoticidad” de las raíces no-blancas. Muchas veces también soy estereotipada como ‘latina’ y todo lo que esto significa: perezosa, poco puntual, sensual, interesada, ‘gold digger’, chismosa, escandalosa, llorona, descuidada, sucia, maleducada, ignorante… y podría continuar. Mi nombre suena “raro”, me han dicho en innumerables ocasiones o me hablan en inglés sin importarles que les haya hablado previamente en perfecto alemán, anulando en un minuto el esfuerzo realizado de años para poder integrarme y finalmente lograr pertenecer a este sitio.

Mi segundo hijo es muy blanco y me he encontrado infinitamente con la pregunta: “¿Es hijo tuyo..? Es demasiado blanco, no se parece a ti, si es hijo tuyo, ¿cómo puede ser tan blanco? El padre debe ser alemán” y allí está, el progenitor, otra vez, llevándose todo el crédito sobre la cría mientras me hacen sentir completamente invisible como mujer, como madre.

Luisa- ¡Muchísimas gracias, compañera, Laura!