«La idea de la maternidad como acceso a algo ‘primitivo’ dentro de nosotros es un problema (…) la experimentamos en el presente, medicada, socializada, no existe fuera de la modernidad, nosotros no existimos fuera de la modernidad. Si queremos acceso a algo fuera de la modernidad, lo vamos a tener que construir. Y lo que la maternidad nos puede dar es acceso epistémico a una serie de solidaridades y a una expansión de nuestra idea de lo que es ser humano. Pero hay que estar siempre atentos porque la maternidad también es la fuerza central de los movimientos de derecha, de los movimientos anti-feministas, de muchos movimientos racistas». Andrea Francke

Obra cabecera: Invisible Spaces of Parenthood: A collection of pragmatic propositions for a better future (2012) de Andrea Francke presentado en The Showroom y Serpentine Gallery.

Converso con la artista, Andrea Francke, responsable del proyecto Invisible spaces of parenthood: A collection of pragmatic propositions for a better future (2012) donde a partir de conversaciones y encuentros con madres/padres, maestras, responsable de escuelas infantiles y espacios para la primera infancia, se trazaban posibles modelos públicos de crianza desde la centralidad de las bionecesidades del sostén y donde esta actividad humana es considerada como proceso comunitario de responsabilidades distribuidas.

Francke habla del error de universalizar la maternidad o trabajo materno como práctica única, los peligros de su fetichización y mitologización, de cómo nos toca a nivel generacional ensanchar la solidaridad para que estén todos los cuerpos dentro del movimiento emancipador, sobre la maternidad como lugar deslegitimado desde donde activar la reflexión crítica dentro del asunto contemporáneo y su negación a tener que renunciar a pronunciarse desde ahí (como madre o cuerpo sostenedor) como sujeto político. También subraya la responsabilidad común de generar condiciones para que todas las voces construyan y reconocer como parte fundamental de los procesos de conceptualización del trabajo materno, la dimensión política/teórica de lxs trabajadorxs domésticxs o profesionales de los cuidados

Luisa- En las conversaciones que tenemos actualmente entre compañeras feministas se hace muy evidente la necesidad de armar otro andamiaje político/doméstico donde se conecte lo íntimo/público para que las crianzas no sean un «problema» en el sistema machocéntrico. Donde saquemos el patriarcado de nuestros hogares, donde el formato estrecho de familia nuclear no sea la única manera de sostener a las criaturas, donde los cuerpos no tengan asignaciones de tareas y cargas según su género, donde se establezcan unas prioridades de-lo-vivo para lograr un sistema público que apoye prioritariamente la gestación y/o sostén, un contexto donde podamos volver a una fisicalidad de la maternidad y no dejar que sea el capitalismo quien nos ofrezca las soluciones ante cuerpos imposibilitados para asumir las actividades propias de la gestación y/o sostén. Asistencia pública doméstica para las tareas propias a limpieza y mantenimiento del hogar, ayudas a proyectos de crianza respetuosa, servicios gratuitos de asistencia psicológica durante el puerperio, prestaciones universales por criatura a cargo, centralidad de las bionecesidades de las criaturas, legitimidad de los bioprocesos del cuerpo gestante y/o sostenedor, donde ninguna maternidad tenga que expropiar otra maternidad para poder vivir la suya (externalización del cuidado sirviéndote de las violencias que atraviesan a los cuerpos en contextos desestabilizados por el falocentrismo/extractivista), donde la lucha por la emancipación de la maternidad sea para todos los cuerpos pero que no se obligue al «blanqueamiento» de los modos de criar. Proyectamos un futurible andamiaje político-doméstico como presente inmediato. Tras tu experiencia en Invisible spaces of parenthood: a collectiom of programatic propositions for a better future (2012), ¿cuales son tus conclusiones?

Andrea- En cierto sentido, una de mis principales críticas al pensamiento sobre la maternidad, la paternidad y el trabajo reproductivo es cómo tiende a universalizarse. Parece que debido a que la reproducción y la crianza de los niños están tan enredados con los procesos biológicos y las necesidades, tendemos a entenderlos como parte de nuestra naturaleza y, por lo tanto, la conclusión es que todos los que tenemos hijxs compartimos una experiencia «común». Este marco siempre lo he sentido esencialista y excluyente. Creo que la posición política de la maternidad debería construirse en una mayor solidaridad con los diferentes modos de maternidad (conscientes de las diferentes posiciones racializadas, de clase y de ciudadanía). Además de incluir, entre otras cosas, la paternidad, las formas remuneradas y no remuneradas de trabajo doméstico y de cuidado, las formas de dependencia y vulnerabilidad, los diferentes modos de parentesco, la tecnología reproductiva, la educación y, por supuesto, lxs niñxs. Si hay una experiencia «común» compartida, es que todos somos traídos a , y sostenidos en, la existencia por otros. Ensanchar la solidaridad requiere que pensemos y actuemos desde categorías fluidas que se expanden y contraen. Desde estas categorías, podemos luchar por el cambio político, así como implementarlo en diferentes escalas a nivel cotidiano.

Es difícil de admitir, pero aparte de eso, no estoy segura de tener muchas conclusiones que compartir con el ISP (Invisible spaces of parenthood). Tal vez pueda decir que soy más consciente de la complejidad del asunto. Creo que todo lo que hago y pienso ahora se centra en ideas de cuidado y sostén y en cual es el valor de esos procesos (y qué sucede con los cuerpos que los realizan). En cierto modo, ahora hago poco trabajo sobre la maternidad, pero he reivindicado mi posición como madre como parte del tema político desde el que pienso y estoy en el mundo. No es porque crea que es una mejor posición que cualquier otra, o porque tener un hijx me haya dado una visión trascendente de cualquier cosa. Es sobre todo porque siento que es una posición que es constantemente excluida de las categorías de donde se puede producir reflexión en el espacio público. Si quieres ser considerada como una voz política, intelectual y artística puedes ser madre y hablar de maternidad o puedes ser madre pero nunca pensar desde esa posición. Lo principal que hago entonces, supongo, es negarme a renunciar a ella para que me tomen en serio.

Seguí releyendo tu lista de diagnósticos y soluciones propuestas, y todas tienen sentido en mí. Supongo que poco a poco he ido avanzando más y más hacia una comprensión del cambio que encuentra bastante difícil pensar en un futuro político ideal. Tal vez proviene del trabajo y del encuentro con personas que viven las vidas que normalmente se utilizan para ejemplificar soluciones; desde escuchar sobre las experiencias escandinavas hasta la fetichización de las experiencias de maternidad en el pasado de países como Peru (donde nací).

Siempre me preguntan si soy reformista o feminista revolucionaria. Esto solía despistarme. Ahora llevo esa confusión como una insignia de honor. Me he dado cuenta de que es una acusación común a las feministas del tercer mundo, negras y morenas, así que siento que no podría pedir mejor compañía. Creo que es el resultado de querer producir un cambio sin dejar de ser consciente de la urgencia que requieren las condiciones de amenaza de la vida real en las que viven las personas. He invertido en pequeños cambios en el ámbito público y político que pueden permitirnos avanzar hacia la creación de un futuro compartido de una manera más amplia. Y para mí, la única manera en que puedo ayudar es creando las condiciones que permitan que más voces participen en su formación.

Mis intentos de producir pequeños cambios se manifiestan de diversas maneras en mi práctica. Trato de apoyar el trabajo de VoDW (Voces para las trabajadoras del hogar/domésticas) siempre que puedo. Hacen campaña para que se cambie el visado de las trabajadoras domésticas en el Reino Unido porque crea un entorno favorable a las condiciones de trabajo en régimen de esclavitud. Creo que una conceptualización del trabajo reproductivo y la maternidad debe incluir sus voces. Muchos miembros de la VoDW han dejado a sus hijos en sus países de origen para ocuparse de los hijos de otros. Muchos de ellos sufren abusos perpetrados por los padres, pero también por las madres. Su práctica de la maternidad o trabajo materno funciona de diferentes maneras a través de la distancia y el tiempo, pero también tienen esta práctica materna sostiene sus propios niños y a los de sus empleadores. Viven diferentes formas de parentesco familiar y poder económico co-producido por las condiciones económicas y su migración. Son mujeres brillantes que tienen teorizaciones muy sofisticadas sobre esas relaciones y de cómo esto genera un tipo de subjetividad. Nunca deben reducirse a víctimas vulnerables, sino que deben ser reconocidas como sujetos políticos y con la complejidad que esto supone.

El último proyecto del ISP (Invisible spaces of parenthood) tratado sobre el jardín de infancia y a la Bauhaus porque queríamos que se reconocieran, apoyaran y recibieran el reconocimiento intelectual que se merecen los conocimientos y habilidades de los profesores y asistentes de los jardines de infancia de los primeros años. Este reconocimiento es negado en muchos niveles por el Estado, por el centro educativo, pero también por los padres y lxs niñxs. Hemos sido educados para no reconocer la mano de obra calificada de los trabajadores de la primera infancia y creo que esto está intrínsecamente relacionado con la forma en que atribuimos valor a la maternidad, pero también con la forma en que las madres atribuyen valor a la maternidad que ellas no realizan.

Luisa- Te lanzo una pregunta, que he propuesto a otra pensadoras, ¿no crees, Andrea, que una posible estrategia para situar el cuerpo de la madre o del cuerpo sostenedor que también ha sido cuerpo gestante como territorio político, legítimo y dignificado frente a las lógicas de la verga turbo-capitalista o del macho-centrismo, podría ser volver a la fisicalidad de la maternidad frente a las narraciones que nos dicen que hay que externalizar el cuidado, negar los procesos encarnados que te atraviesan el cuerpo durante la menstruación, gestación, parto, apego inicial y sostén? Es decir, igualar nuestro sentir al sentir masculinizado.

La fisicalidad que propongo recuperar tiene que ver con la apropiación del propio cuerpo como herramienta epistémica, como herramienta de poder para generar narraciones legítimas, todo lo propio a los sentires y potencias del ser que se entrelazan con nuestras carnes, nuestras tetas, nuestra sangre, nuestras pieles. La fisicalidad tiene que ver con el entrelazamiento con las fuerzas de-lo-vivo, como señala la pensadora, Suely Rolnik, en su maravillosa publicación «Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente» (Tinta Limón, 2019). La fisicalidad tiene que ver con establecer lógicas y narraciones a partir de lo vivo para-lo-vivo, no vivir en lógicas que nos llevan a la muerte y a la opresión. Recuperar la fisicalidad en la maternidad tiene que ver con la potencia del aprendizaje de cuerpos que se afectan y crecen/avanzan en interdependencia, porque la vida va de eso. Con fisicalidad no me refiero a nada que tenga que ver con poner el cuerpo a disposición de los roles de género, del reparto sexual del trabajo o de la mitologización de la feminidad. Tiene que ver con vivir a partir de nuestros cuerpos en un contexto donde el género y sus asignación se han desmontado. La crianza como un acto de-lo-vivo más allá de algoritmos.

Andrea- Estoy de acuerdo con la idea de un vivir y pensar que incluye la fisicalidad y los cuerpos. Desde que eso no signifique una súper valorización de ciertos cuerpos sobre otros através de la labor de ‘maternidad’. A mí lo que preocupa mucho es cuando escucho a alguien decir que la experiencia de la maternidad es única y solo puede ser experimentada a través de su fisicalidad. Normalmente cuando se dice eso lo que uno se refiere es al parto (natural de preferencia), a los efectos del embarazo en el cuerpo, a la amamantamiento. Lo que a mí me gusta en el libro de Maternal Encounters: The Ethics of Interruption (Women and Psychology) (2008) de Lisa Barrister y su idea del sujeto interrumpido, por ejemplo, es que ella mira al cuerpo afectado por la maternidad pero de una manera mucho mas expandida. Por ejemplo, el cuerpo que por un año y medio no duerme mas que unas horas, o que tiene que cambiar sus prácticas de concentración por otras.

Yo tuve a Óscar por parto natural, y le di de mamar, y definitivamente mi cuerpo y mi relación con el mundo ha cambiado totalmente por culpa de esos procesos. Pero, por ejemplo, a principio de año tuve Herpes Zóster porque estaba tan exhausta.

Estaba exhausta porque estoy divorciada y soy la principal responsable de la labor de cuidar a Óscar, por que hacer eso y vivir como artista quiere decir trabajar un montón, porque por seis meses fui la main carer de alguien que yo considero parte de mi queer family y que tuvo una crisis de salud mental muy seria. Como igual no pude descansar, porque en mi vida yo cuido a Óscar y tengo que trabajar, me acabe dañando los nervios afectados por el Herpes Zóster y probablemente me van a seguir doliendo hasta el próximo año. Por eso a veces demoro para responderte. Ayer pase el día en cama con dolor y Óscar esta con su papa entonces tengo que aprovechar y descansar. Mi punto es, para mí esta es una experiencia física de maternidad. El agotamiento es parte por el trabajo y la responsabilidad doméstica de cuidar a Óscar, también es por la responsabilidad de trabajar y mantener un ritmo financiero para sostenernos, pero también es porque soy una persona súper privilegiada que puede darse el lujo de trabajar como artista si trabajo lo suficiente, y también es un trabajo de maternidad, muy parecido cuidar a Óscar, cuidar de alguien que es familia y necesita ser cuidado.

Lo que quiero decir es que yo creo que la fisicalidad también se aplica a la expansión de la maternidad de la que hable en la respuesta anterior, que incluye a las amas de leche, a las surrogates, a las donadoras de óvulos que tienen que inyectarse hormonas por meses, a las madres adoptivas, a las empleadas domésticas que están físicamente separadas de sus hijos pero no pueden dormir porque están cuidando a un bebe con cólico toda la noche. Algunas de esas expansiones son negociadas con contratos laborales, por explotación económica, pero otras son por cariños y placeres, y algunas son por todas esas cosas mezcladas.

Luisa- He conectado mucho con tu respuesta, tengo bastante que comentar de vuelta, mañana con energía y tiempo (¡espero!) para seguir la conversación, pero quería decirte que a mí físicamente la maternidad me ha arrasado, tengo crisis de migrañas fuertes desde mis partos y mis lactancias, y el nivel de agotamiento que a veces experimento me ha llevado a sentirme una esclava total del sistema, y al igual que lo que tú comentas, estoy en un lugar de privilegio trabajando en lo que he decidido emancipadamente (bueno, desde la ficción de emancipación donde nos asimilamos). Desde la experiencia/aprendizaje que voy agarrando, como cuerpo gestante y sostenedor de dos criaturas, veo que este nivel de agotamiento es una herramienta del control biopolítico, no es muy lógico que los sistemas políticos (hiperlógicos y neurodominantes) no estén vertebrados desde las prioridades de-lo-vivo, desde la prioridades de la vida.

También compartirte que la postura que estoy empujando sobre el trabajo materno intenta desmontar las obligatoriedades implícitas en el constructo «madre» frente a cuerpos sostenedores en un escenario postidentitario, desactivando el mandato de los vínculos sanguíneos, como único lugar legítimo que puede responder a las exigencias emocionales/logístico/físicas del sostén. No creo en el vínculo sanguíneo como «única legitimidad emocional». Apuesto por desmantelar esta lógica (que como bien requetesabemos viene del derecho romano de la figura del pater familias como estrategia patrimonial de conservación de sus privilegios sobre otros cuerpos) para poder armar constelaciones donde el vínculo se articula por afinidad/profundidad, no por la obligatoriedad genética. Donde somos cuerpos sostenedores de otros cuerpos desde una decisión deliberada, desde el deseo y goce corporal/emocional de cuidar a otros cuerpos porque todos los cuerpos podemos cuidar, y cuidar no es patriarcal, lo que es patriarcal es negar el cuidado de manera sistémica, negarlo como práctica humana necesaria para la continuidad de los cuerpos animales-humanos.

Andrea- Perdón por no responder pero igual que tú, a veces simplemente no me da. Cuídate mucho y poco a poco vamos conversando. Es bueno hacerlo de una forma que este de acuerdo con la idea de reconocer la realidad del día a día de la maternidad.

Hay otra series de textos que quizá te interesen.

Estoy haciendo un proyecto en Gasworks, desenvolviendo su Participatory Residency Evaluation Framework con mi amigo Ross Jardine que tiene un niño de poco más de un año. En la newsletter hemos tratado de ser bastante transparentes sobre cómo nuestras responsabilidades de crianza afectan nuestros ritmos de trabajo y la regularidad de la newsletter. Es sólo una frase aquí/allí, pero para nosotros ha sido súper importante hacerlo público en lugar de esconderlo.

https://www.gasworks.org.uk/participation/fotl-future-of-the-left-2018-11-30

Luisa- La fiscalidad la entiendo como una vuelta a los límites del cuerpo, que se te relevan cuando asumes el trabajo duro, para muchos cuerpos durísimo, que implica la gestación/parto, como proceso desestructurador a nivel físico e inconsciente donde tienes que de-construirte como solo ser para integrar/asumir la interdependencia de dos seres que funcionan a partir de unas dinámicas inconscientes determinadas, y el largoooo proceso de sostén, donde no hay tregua. Enfoco la fisicalidad desde un lugar de vulnerabilidad, donde se reconoce la finitud de las carnes y las pieles de todos los cuerpos que maternan, donde no se pueden generar opresiones de unos cuerpos sobre otros, al contrario, nos recuerda que también todas/todes somos cuerpos enfermos, cuerpos agotados, cuerpos expulsados, cuerpos exhaustos, cuerpos capitalizados, cuerpos obligados a vergarizarnos, cuerpos desposeídos de nuestros deseos más salvajes, cuerpos no-normativos, cuerpos que buscan salirse de las lógicas devaluadoras y de encierro de la familia heteropatriarcal blanco-nuclear (como unidad básica de orden social), cuerpos que buscan sus propias organizaciones de crianza, sus propios entornos de afecto fuera del vínculo sanguíneo, cuerpos que pueden sostener a otros cuerpos sin necesidad del parentesco genético (donde bien sabemos que no es garantía de amor o de profunda proximidad emocional o de corresponsabilidad de las bionecesidades de lo-otro).

¿No crees que el negarnos como cuerpos limitados es una manera de explotación, una manera de negar el valor imprescindible para lo-vivo de la crianza, del sostén?, ¿negar que somos cuerpos exhaustos por la negación social del trabajo que hacemos dentro de la civilización occidental no es una herramienta de control social?

Andrea- Te respondo dos días después del mail por que los últimos dos días los he pasado en cama con dolor. Cuando alguien me pregunta como estoy, me toma casi un minuto mirando a la persona para decidir si de verdad quiere una respuesta o es simplemente una cuestión de etiqueta. O sea, de cierta forma nunca he pensado de una forma tan centrada en mi cuerpo y desde mi cuerpo porque en este momento mi cuerpo no me deja que me olvide de el ni por un minuto.

En ese sentido estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que entendernos a nosotros y a los demás como cuerpos y como cuerpos limitados es esencial para que construyamos una política y un futuro que nos incluya a todos. Yo creo que mi miedo es que, en muchos de los discursos políticos de los últimos años, ha habido una cooptación de la maternidad, de las teorías de labor reproductivo y del cuidar que priorizan el individuo y promueven un cierto cerrarse adentro de si mismo. O que cuando se usa de forma política como una forma de expansión de solidaridad, se utiliza como una disculpa para demandar que nuestra experiencia individual ocupe el centro y la posición de representante de otras voces. Ese movimiento no se limita a la maternidad, lo mismo ha pasado con self-care, intersectionality y descolonización por ejemplo.

Mi problema es cuando mi cuerpo y su dolor se combinan con mi privilegio para ocupar el espacio que debería ser colectivizado para tener legitimidad política.

La otra cosa es que el capitalismo es bastante rápido en adaptarse a las condiciones sociales. Por ejemplo, el nytimes está publicando una serie súper interesante de artículos sobre el cuidar incluyendo uno sobre los porcentajes de caregivers distribuidos por género: https://www.nytimes.com/2019/09/18/opinion/male-care-giver.html .

La encuesta a la que el artículo se refiere: (https://www.aarp.org/content/dam/aarp/ppi/2015/caregiving-in-the-united-states-2015-report-revised.pdf ) mapea el trabajo informal y no remunerado de cuidar por raza, sexualidad, edad, ganancias, etc.

El reporte es súper interesante en que el porcentaje de hombres que reportan hacer ese trabajo son casi la mitad del total, lo que va en contra de lo que uno imagina. Pero hay un montón de detalles interesantes, el número de millenials que son caregivers, como los Afro-americanos reportan números muchos más altos de cuidar a personas que no son sus familiares cercanos, los porcentajes de LGBTQ que se identifican como hombres y cuidan a otras personas, en relación a los hombres heterosexuales. Una forma de leer esos números es positiva, como un cambio generacional.

Otra manera es leerlos como la consecuencia del desmantelamiento del soporte con el que los hombres blancos han tradicionalmente contado, y además que las estructuras que ciertos grupos siempre han tenido que crear en sus comunidades para suplir lo que el estado nunca les ha dado, independiente de su género.

Aquí en Londres algunas empresas dan 10 días de care-giving al año: para madre y padres, para gente que cuida de sus padres y madres, para que cuides a tu sobrino, a tu vecino mayor que necesita que alguien lo acompañe al doctor. Ese número es separado de tu número de sick days. O sea, si no los usas los pierdes. El lado positivo es que justamente evita la essencialisacion de la mujer como madre y consecuentemente con el labor reproductivo. Pero esos care-giving días también son el resultado de un sistema de welfare y de salud que están siendo desechos y de una clase media que demanda esos derechos. Las empresas que dan esos días libres son generalmente empresas de tecnología que contratan cierto tipo de persona como empleado.

Por otro lado, esas mismas empresas tercerizan sus servicios de limpieza. A esos trabajadores, que normalmente son migrantes, mujeres, no blancos, etc., a ellos ni sick-days, ni care-days; en cambio días largos, short-notice schedules y se les paga lo mínimo que la ley permite o menos, como en el caso de la esclavitud moderna de algunas trabajadoras domésticas.

A mí me conforta mucho leer The Undying: A Meditation on Modern Illness de Anne Boyer cuando estoy enferma:

«To be a minor person in great pain at this point in history is to be a person who feels inside their body when most people just want to look.»

https://4columns.org/berlant-lauren/the-undying

https://www.poetryfoundation.org/poems/58315/at-least-two-types-of-people

De repente también me gusta Little Labours (2016) de Rivka Galche

Y para mí esta es una de las mejores frases sobre la maternidad:

«It’s true what they say, that a baby gives you a reason to live. But also, a baby is a reason that it is not permissible to die. There are days when this does not feel good.”

Luisa- Estoy contigo que hay una relación fuerte con la muerte una vez aterrizas en el trabajo materno. A mí me ha mostrado que antes de que saliera una criatura de mi cuerpo vivía bajo las lógicas de la muerte, donde las prioridades de mi cuerpo no eran válidas y además no era sabedora de que existían unos propios deseos no-colonizados no-introyectados de lo significa vivir/sentir. En cierta manera ser un cuerpo sostenedor me ha obligado a dejar de morir cada día sabiendo que voy a morir como ser finito pero no como cuerpo-capitalizado, aprendiendo a desentrañar mis deseos no adiestrados de manera neoliberal (como mera amateur). Andrea, ¿crees que somos más conscientes de la tutela y control sobre nuestros cuerpos y deseos una vez que sostenemos?

Andrea- No creo que sea posible acceder deseos o conocimientos o una manera de vivir que este fuera del capitalismo neo-liberal, del patriarcado, de las formas ideológicas que estructuran nuestras vidas. Viniendo de América Latina, a mí me parece súper raro como las teorías de descolonización que fueron originalmente desenvueltas como procesos sociales, activos y interminables , se transformaron en procesos individualizados en los cuales uno se ‘descoloniza’, o se ‘descoloniza’ una institución. Lo digo porque así que me identifican como artista peruana, a muchos curadores, artistas, etc. Europeos y blancos les gusta mucho decirme como ellos se han descolonizado. Y yo nunca sé que esperan de mi o que exactamente creen que han hecho.

Si, la maternidad te da acceso a un tipo de conocimiento que mucho vas veces uno no a tenido acceso antes. Por ejemplo, en relación a tu cuerpo y a la dependencia de otros; por eso me gusta leer teoría escrita del punto de vista de la experiencia trans, o de enfermedades crónicas o de discapacidad (no sé si ese es el termino correcto en castellano). Por otro lado, la maternidad también te da acceso a una manera bastante especifica de entender la propiedad privada, la familia nuclear como la base que permite la acumulación y la justificativa para la restricción de la transferencia de capital de acuerdo a quien es ‘tuyo/a’ y quien no, y la suposición de la futuridad de uno como única justificativa de acción política.

Aquí es donde para mí la descolonización y la maternidad se encuentran.

Lo que la descolonización propone es hacer política, promover y instituir cambios estructurales, y de cierta forma ontológicos, a larga escala para constituir una alternativa mejor para todos. Yo no sé qué quiere decir descolonizarse o acceder una subjetividad pre-colonización. El mundo en que existimos fue construido a partir de la colonización y esa herida siempre va a existir.

Hay un programa de televisión que me gusta mucho Despatriarcalización Ya! Feminismo Comunitario (un grupo feminista indígena, popular y queer en Bolivia). En ese episodio, la participantes se burlan de la idea de las feministas del Primer Mundo de que la descolonización es un substantivo. La descolonización, dicen en el programa, es siempre un verbo, es siempre acción, nunca termina o va a terminar. La otra nota en su interpretación que me gusta mucho que es el rechazo los pueblos andinos de ser fetichizados como el pasado al que hay que volver. Que es como muchas de las teorías feministas Europeas miran a los países Andinos, y a la maternidad, como ejemplos de matriarcado a los cuales tenemos que regresar. Para mi la idea de que la maternidad nos da acceso a algo ‘primitivo’ dentro de nosotros es un problema. La maternidad la experimentamos en el presente, medicada, socializada, no existe fuera de la modernidad, nosotros no existimos fuera de la modernidad. Si queremos acceso a algo fuera de la modernidad, lo vamos a tener que construir. Y lo que la maternidad nos puede dar es acceso epistémico a una serie de solidaridades y a una expansión de nuestra idea de lo que es ser humano. Pero hay que estar siempre atentos por que la maternidad también es la fuerza central de los movimientos de derecha, de los movimientos anti-feministas, de muchos movimientos racistas, etc.

Luisa- Muchas gracias, Andrea.