Me he animado a escribir estos párrafos publicados aquí en Artishock – Revista Arte Contemporáneo como homenaje, desde aquí, a mi comadre y compañera, Natalia Iguiñiz (1973, Lima). Artista, activista y docente en la PUCP Pontificia Universidad Católica de Perú. Celebración por los tres años que llevamos de estrecha colaboración levantado todo tipo de propuestas, desde que el seminario online, en plena sacudida pandémica, ¿Cómo continuar? Esculpir la rabia (CCE Lima, septiembre 2020) organizado por Violeta Janeiro, nos cruzase, como parte de las cosmo-tramas-feministas que te van conectando con hermanas que no conocías.
Homenaje que también abre una pequeña ventana a un proceso de lucha materno-teórico-activista que tenemos en marcha mucho más ancho, complejo y profundo, de lo que voy a intentar desarrollar aquí. Con colegas de todos los rincones posibles –nombro “rincón” porque las que maternamos vivimos muchas veces replegadas en escondrijos, fuera de la posibilidad del pleno despliegue político-vital, reducidas a sostener dentro de espacios estrechos a las futuras fuerzas de trabajo que este blanco-hetero-macho-patersistema necesita para subsistir. Sumidas en agotamientos continuos. Cansancios como disciplina social, y entrando en nuevas pobrezas y violencias que antes no conocíamos.