From Aumento de las violencias sobre cuerpos «mujeres» madres o sostenedoras

“Creo que la casa es uno de los sitios en los que se materializan las políticas de explotación/masacre de los cuerpos-mujeres y los-cuerpos-históricos-mujeres pero que desmontarlos no se ciñe a este espacio. Es decir, creo que se requiere de un cambio cultural radical para desmontar por competo el género y, por tanto, modificar de manera definitiva nuestros contratos sociales en todos los ámbitos, actividades y espacios de nuestras vidas. Dicho de otra forma, pienso al espacio doméstico como un receptáculo performativo de las políticas de género hegemónicas; no es el espacio el que las produce, sino uno de tantos en los que ocurren y se afianzan” -Lorena Wolffer.

Converso con Lorena Wolffer, artista, feminista y activista, a partir de proyecto Historias propias desde casa (2020), el cual conocí desde las conversaciones impulsadas por la investigadora, Helena Chávez Mac Gregor (UNAM), Cuidado y distanciamiento. Una serie de pláticas en el encierro donde Wolffer ahondaba en cómo se han intensificado las estructuras de opresión, que lleva años revelando/denunciando en sus acciones y performances, sobre el cuerpo-mujer en esta alteración pandémica -que todavía transitamos como cuerpo social comunitario global-, la cual ha endurecido la invisibilidad de las violencias que se acumulan en nuestros cuerpos.

Hablamos de cómo nuestros cuerpos enferman al asumir los trabajos reproductivos en las coordinadas actuales, cómo las lógicas productivistas nos expulsan de un trabajo materno deseable, y cómo todas las hetero-nucleares-dinámicas funciona en relación al espacio doméstico, hogar o lugar en el que sostenemos como trama que reproduce la complejidad de los trabajos maternos, como dispositivo contradictorio (psicopatología del cuidado).

“¿Cómo seguir cumpliendo con estas labores de sostén y contención sin dejarse devorar en el intento? El trabajo materno es profundamente cronofágico, lo sabemos, sin embargo, la desaparición de estructuras externas de apoyo (sala cunas, colegios, actividades pre-escolares, red de ayuda familiar, etc.), producto de la crisis sanitaria, lo ha llevado a tal nivel de exacerbación que la “ambivalencia maternal” de la cual habla Rozsika Parker se ha convertido en un tema de supervivencia” -Sophie Halart.

Converso con la académica, Sophie Halart, profesora asistente del Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile y PhD en Filosofía, Historia del Arte (2017) University College London (UCL) (Reino Unido), la cual investiga, actualmente, en la trama entre maternidad, materialidad en el arte contemporáneo chileno y feminismos. Además compañera en el proyecto, Sostener_encuentros para emancipar los trabajos maternos en colaboración con Carolina Castro, CCE Chile, Universidad Pontificia y Universidad Fines Terrae, que llevaremos a cabo el próximo mayo 2022 en Santiago de Chile.

Ahondamos en el canibalismo psico-afectivo materno, las cargas sobre el cuerpo-histórico que sostiene, el trabajo materno como una verdadera performance de funambulista que consiste también en quedarse con el problema y compartido por todxs para imaginar futuros de emancipación, de atención y de respeto mutuo, nutridos por nuestras existencias como seres interrelacionados y la maternidad como monstruosidad desde el falo-psicoanálisis, entre otros apuntes.

«Criar bajo una actualizada disciplina social». ¿Será que el trabajo de cuidar de menores a cargo corresponde a un lugar mental colectivo profundamente vigilado y denostado al haber sido asumido por cuerpos “mujeres” en espacios domésticos panoptizados por los deseos del paterfamilias y, como consecuencia directa, si el paterestado decide reforzar la vigilancia de las crianzas en nombre de un orden social que se supone es “necesario” para manejar el contagio del virus lo aceptamos sin resistencias?

Aquí el texto publicado en Salto Diario sobre identificar, no olvidar, las coordenadas en las que la actividad humana de la crianza o trabajo materno estaban siendo asumidas antes de esta crisis, para no perder ni un centímetro de los avances conseguidos y reenfocar hacia un futurible, un futuro ya posible, los horizontes que proyectábamos en colectivo.

¿No estaremos entrando en una actualizada disciplina social de la crianza como actividad humana en el espacio público sin ser conscientes que estamos perdiendo emancipaciones internas que habíamos logrado abrir dentro de nosotras con mucho esfuerzo por desaprender y así poder escapar de la jaula donde nos coloca las narrativas del paterfamilias respecto a lo que son los cuerpos “mujeres” madres y cómo deben llevar a cabo sus crianzas?