From estandarización falócrata

«Ha habido un cambio, un quiebre en la episteme y en el paradigma desde el estallido social hasta estos días apocalípticos-pandémicos, pero el colonialismo al igual que el covid, son “la” pandemia -el virus- y vivimos colonizadxs todo el tiempo, el tener conciencia de eso y tratar de evitarlo es un acto micropolítico que todxs deberíamos hacer, es el tiempo de expandir nuestras conciencias, politizar los afectos, la sociedad y la vida». -Alma Molina Carvajal y Senoritaugarte (Maldita Precaria – Mujeres Artistas Visuales)

Converso sobre cómo los trabajos maternos atraviesan las prácticas artísticas -estrujadas ahora por estos contextos pandémicos-, macho-productivismos y la vibrante plataforma Maldita Precaria – Mujeres Artistas Visuales con Alma Molina Carvajal -gestora y mediadora artística- y Senoritaugarte -artista muti-indisciplinar, madre y docente feminista-.

Ambas fundadoras de este proyecto gestado en Chile que abre nuevos circuitos de divulgación, distribución y reflexión desde ejes feministas y disidentes donde lo prioritario es la colaboración y cuidado mutuo para escapar de esas dinámicas falocapitalistas de individualismo corrosivo que reproduce continuamente el arte hegemónico (como práctica única). Hace poquito inauguraron la muestra virtual Políticamente In-Correctas donde abordan lo incorrecto como insurrección en este contexto pandémico.

¿Cómo estamos asumiendo los trabajos maternos durante esta alteración vírica donde vivimos (encuerpadamente) cómo se van endureciendo las condiciones psicosociales y logísticas (que ya eran insuficientes) en las que asumimos las crianzas? Responden Natalia Iguiñiz (Lima), Sarah Babiker (Madrid) y Luisa Fuentes Guaza (Murcia/Madrid).

¿Cuales son las condiciones en las que estamos cuidando y criando en esta nueva era vital vírica? ¿Alguien del poder sabe el endurecimiento al que nos estamos viendo sometidos los cuerpos maternos durante este desierto social vírico incompatible con las necesidades básicas de los trabajos maternos?

¿Cómo vamos a asumir de manera continuada los trabajos maternos desde estas nuevas coordenadas víricas si ya partíamos de un escenario de devaluación constante y negación donde las soluciones partían (y siguen partiendo) de un brujeleo/malabarismo autogestionado (desde la profunda inventiva política) que posibilitaba toda una estructura o equilibrismo psicologísticosocial para sostener nuestras crianzas ante la inexistencia de un sistema de distribución de cuidados público, ante la inexistencia de prestaciones, ante la inexistencia de un sistema laboral no-machoadaptado que incluya las necesidades de las crianzas y de los cuerpos que las asumen?

¿Sin este andamiaje psicosocial autogestionado donde nos va situar este nuevo escenario vital vírico a los cuerpos que asumimos los trabajos maternos? ¿Estamos ante una nueva esclavitud contemporánea?

«(…) Se mezclan aquí los argumentarios de larga tradición religiosa (que ya nos inculcaron perversamente eso de la sumisión, el sacrificio y la abnegación) con los machistas-leninistas, empeñados en sacar el tema del género (el femenino, claro) del discurso desigualitario de la lucha de clases. ¿Cómo, pensaban estos hombres –muchos padres de familia y muchos con la mujer en casa trabajando gratis- cómo pueden ir a parar los beneficios de la producción a las manos de los que en realidad no producen? Eso, eso mismo nos seguimos preguntando nosotras”. Lucía Barbudo

Converso con la brillante pensadora feminista, movilizadora del activismo en la Región de Murcia, escritora y traductora, Lucía Barbudo, que firma, también, como Lucy Sombra (Murcia, 1979) en el espacio de reflexión feminista Disidencias de género eldiario.es del que también es co-impulsora. Forma parte gestante de la Coordinadora Anti Represión Región de Murcia, del Bloque Feminista Murciano y colabora con CATS (Comité de apoyo a las Trabajadoras del Sexo).

Barbudo ahonda en los feminismos que se traman desde el Sur del Norte, desde otros territorios identitarios fuera de las lógicas de lo hegemónico. Nos revela como todos los trabajos hechos por mujeres o por cuerpos bajo el constructo cuerpo-comunidad-femenino son siempre trabajos devaluados e invisibles ya que se manejan desde la sutilidad de esas violencias simbólicas difíciles de visualizar, interpelándonos como generación a expulsar cualquier opresión que atraviese nuestros cuerpos que maternan.

“La maternidad, la crianza, convocan una suerte de economía de la pérdida, que de algún modo podría amenazar las lógicas propias del neoliberalismo. Esto no solo se debe a que (aunque a veces nos pese) interrumpen drásticamente nuestra productividad, sino también a que están centradas en el don. En los tiempos que corren, y en nuestros contextos, donde parece que cada vez tenemos menos tiempo, dar por dar, sin esperar ni exigir recompensa o rentabilidad, además de ser cada vez más raro, te precariza y te empobrece, te sitúa del lado de la pérdida, en una lógica contraria a la imperante”. Maite Garbayo

Converso con la doctora, historiadora y pensadora feminista, Maite Garbayo (Pamplona, 1980), cuya práctica de investigación ahonda sobre cuestiones relacionadas con cuerpo, performance, presencia, arte y cultura visual, desde posiciones atravesadas por los feminismos. Cuya vivencia personal/profesional pasa por 10 años en México como Académica en el Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana (México) y en la UNAM. Además forma parte de la Red de Conceptualismos del Sur y es autora del imprescindible episodio histórico Cuerpos que aparecen, performance y feminismos en el tardofranquismo (Consonni, 2016).

Garbayo nos narra cómo aterrizó en la subalteridad una vez que comenzó el trabajo materno, pero lejos de articularlo como un lugar imposibilitador lo propone como lugar de potencia. Señala las lógicas de autoexplotación a las que estamos sometidas, las violencias a las que nos arroja estos procesos encarnados por parte de todos la normatividad que nos envuelve, lo poco permeable de la teoría crítica sobre el nudo de la maternidad, sobre la vuelta al cuerpo cuando se materna, a la finitud, a la lógica de las carnes, etc.

“Yo veo a mi alrededor a mujeres no madres que refuerzan a diario los roles de género tanto o más que las madres. Si una mujer no ha hecho un trabajo personal de deconstrucción de la normatividad patriarcal, da igual que sea madre o no, que sea o no una asalariada empoderada en lo laboral: estará posiblemente colaborando a la reproducción del orden patriarcal». Patricia Merino

Converso con la pensadora feminista, activista y teórica, Patricia Merino (Bilbao, 1961), autora de Maternidad, igualdad y fraternidad. Las madres como sujeto político en las sociedades poslaborales (Clave Intelectual, 2017) y fundadora de la plataforma de madres feministas PETRA para la ampliación de los permisos transferibles.

El trabajo de Merino nos abre un espacio revelador fuera de la práctica de pensamiento feminista hegemónico reconociendo el cuerpo materno como lugar devaluado, históricamente, y que continúa siéndolo bajo las lógicas de unas políticas que nos exigen ser-un-cuerpo-asalariado para poder tener legitimidad como cuerpo político. Olvidando la potencia, riqueza y valor en términos «productivos» de los cuerpos que asumen el trabajo reproductivo -gestación y sostén-.

Maternidad-trabajo, ¿podemos asignarle la calificación de actividad productiva al trabajo materno o al conjunto de tareas necesarias para la gestación y sostén de la criaturas?

Dada la estandarización falócrata del trabajo asalariado o cómo el marco del sistema de empleo y las condiciones impuestas por el empleador no incluyen los bio-procesos y bio-necesidades de los distintos cuerpos-gestantes y cuerpos-sostenedores; unido a unas estructuras masculinizadas marcadas por la eficiencia en términos de progreso económico, nos relevan que el empleo, la condición sine qua non de tener que asalariarte, no se puede erigir como la única vía para la emancipación del trabajo materno. Unido al consenso de una parte de la teoría crítica feminista sobre cómo el trabajo asalariado[1] no es la clave esencial para liberar al «cuerpo-comunidad-femenino».

Contra la lógica que da más importancia a manejar un cuadro de Excel que a gestionar la maternidad.

¿Cómo puede ser que el trabajo de vertebrar, sostener, alimentar, educar y cuidar a un ser humano necesitado de los afectos y cuidados para sobrevivir no esté dignificado a nivel social?

Lo curioso es el absurdo sistema de vigilancia que se establece entre las madres –o personas que ejercen el trabajo materno– dándole gravedad a cuestiones que no la tienen y aniquilando algo fundamental: vivir la crianza desde la alegría.