From cuerpo ficticio universal que no cuida

“Creo que la casa es uno de los sitios en los que se materializan las políticas de explotación/masacre de los cuerpos-mujeres y los-cuerpos-históricos-mujeres pero que desmontarlos no se ciñe a este espacio. Es decir, creo que se requiere de un cambio cultural radical para desmontar por competo el género y, por tanto, modificar de manera definitiva nuestros contratos sociales en todos los ámbitos, actividades y espacios de nuestras vidas. Dicho de otra forma, pienso al espacio doméstico como un receptáculo performativo de las políticas de género hegemónicas; no es el espacio el que las produce, sino uno de tantos en los que ocurren y se afianzan” -Lorena Wolffer.

Converso con Lorena Wolffer, artista, feminista y activista, a partir de proyecto Historias propias desde casa (2020), el cual conocí desde las conversaciones impulsadas por la investigadora, Helena Chávez Mac Gregor (UNAM), Cuidado y distanciamiento. Una serie de pláticas en el encierro donde Wolffer ahondaba en cómo se han intensificado las estructuras de opresión, que lleva años revelando/denunciando en sus acciones y performances, sobre el cuerpo-mujer en esta alteración pandémica -que todavía transitamos como cuerpo social comunitario global-, la cual ha endurecido la invisibilidad de las violencias que se acumulan en nuestros cuerpos.

Hablamos de cómo nuestros cuerpos enferman al asumir los trabajos reproductivos en las coordinadas actuales, cómo las lógicas productivistas nos expulsan de un trabajo materno deseable, y cómo todas las hetero-nucleares-dinámicas funciona en relación al espacio doméstico, hogar o lugar en el que sostenemos como trama que reproduce la complejidad de los trabajos maternos, como dispositivo contradictorio (psicopatología del cuidado).

“Cuando nosotras planteamos sacar los cuidados a lo comunitario, lo hacemos para romper esa dicotomía entre lo público (lo productivo ) y lo privado (lo reproductivo). Para visibilizar los cuidados y ponerlos al común. Pero no podemos caer en la trampa. ¿De qué sirve cambiar el espacio doméstico por el espacio público/comunitario si las mujeres siguen asumiendo el rol de cuidadoras? De nada sirve actuar sobre las condiciones físicas/materiales si no trabajamos también sobre las condiciones sociales, porque entonces el sistema patriarcal dotaría de significado esos otros espacios para continuar con las mismas lógicas de género” -Alexia Canto, Ana Enguita y Cristina Platero.

Converso con Alexia Canto Álvarez, socióloga y ex subdirectora de ecología urbana y movilidad del Ayuntamiento de Pamplona (actualmente consultora en urbanismo con perspectiva de género); Ana Enguita Hernández, arquitecta enfocada en procesos participativos sobre la ciudad con perspectiva de género y fundadora de la Asociación NOLA? (impulsora de proyectos de difusión cultural y de dLAV (arquitectura y paisaje) y Cristina Platero Azpilicueta, arquitecta, fundadora de rêver arquitectura (arquitectura pasiva) y de Batïq (cooperativa madrileña de arquitectura especializada en vejez).

Socias del Colectivo Urbanas (donde se conocieron), colectivo de mujeres multidisciplinar de Iruña/Pamplona que trabaja/reflexiona sobre urbanismo feminista desde la trasversal entre género, diversidad y heterogeneidad. Las tres participarán -a partir de una conversación abierta entre ellas- en el próximo debate que lleva por título “Vivilidad o corpo-condiciones para una vida posible” (10h sábado 23 Centro Huarte Arte Contemporáneo financiado por el proyecto europeo Who Cares?) junto con Sarah Babiker (El Salto Diario) y Mary Juncay (Emakume Migratu Feministak – Sociosanitarias, las cuales reivindican un convenio colectivo que articule la diferencia entre su trabajo y el Empleo de Hogar) dentro del programa ¿Qué sostienen los cuidados? Donde ahondaremos en cuáles serían las condiciones para alcanzar una vivilildad de los Cuidados, unas condiciones vivibles tanto los cuerpos que cuidan como para los cuerpos que necesitan ser cuidados. ¿En qué consisten las condiciones vivibles? ¿Cómo se generan tales condiciones para una vida posible? ¿Qué sería lo deseable para una vivilidad del cuidado? ¿Renta básica universal? ¿Renta por cuidados a partir de una tipologías desde prácticas diversas? ¿Arquitectura no falo-céntrica a partir de las necesidades de los cuerpos que cuidan y de los cuerpos que necesitan ser cuidados?

¿Cómo estamos asumiendo los trabajos maternos durante esta alteración vírica donde vivimos (encuerpadamente) cómo se van endureciendo las condiciones psicosociales y logísticas (que ya eran insuficientes) en las que asumimos las crianzas? Responden Natalia Iguiñiz (Lima), Sarah Babiker (Madrid) y Luisa Fuentes Guaza (Murcia/Madrid).

¿Cuales son las condiciones en las que estamos cuidando y criando en esta nueva era vital vírica? ¿Alguien del poder sabe el endurecimiento al que nos estamos viendo sometidos los cuerpos maternos durante este desierto social vírico incompatible con las necesidades básicas de los trabajos maternos?

¿Cómo vamos a asumir de manera continuada los trabajos maternos desde estas nuevas coordenadas víricas si ya partíamos de un escenario de devaluación constante y negación donde las soluciones partían (y siguen partiendo) de un brujeleo/malabarismo autogestionado (desde la profunda inventiva política) que posibilitaba toda una estructura o equilibrismo psicologísticosocial para sostener nuestras crianzas ante la inexistencia de un sistema de distribución de cuidados público, ante la inexistencia de prestaciones, ante la inexistencia de un sistema laboral no-machoadaptado que incluya las necesidades de las crianzas y de los cuerpos que las asumen?

¿Sin este andamiaje psicosocial autogestionado donde nos va situar este nuevo escenario vital vírico a los cuerpos que asumimos los trabajos maternos? ¿Estamos ante una nueva esclavitud contemporánea?

¿Podemos establecer estrategias públicas que se ajusten a las circunstancias reales de los cuerpos que cuidan en el Estado Español durante esta alteración vírica no pensadas desde esa lógica universalista que proyecta soluciones para un cuerpo ficticio pensando que somos todxs macho-blanco-burgueses-urbanos-asalariados que no cuidan ni hay cuidado nunca porque asumir tales trabajos te coloca un lugar desposeído de poder como actividad humana devaluada?

Aquí podéis leer el texto publicado en El Salto Diario donde se analizan las condiciones en las que estamos asumiendo los cuidados propios a las crianzas o trabajos maternos o trabajos de sostén logístico/psicoemocional de cuerpos necesitados de los cuidados para su continuidad en lo vivo en un marco de bienestar o buen vivir durante su tránsito sobre el cuerpo viviente-naturaleza, planteando si, ¿no sabemos que quienes asumen los trabajos maternos en un 50% aproximadamente no tiene sueldo, no están asalariadxs, no reciben prestaciones?

¿Podríamos aprovechar la oportunidad que se abre ante este disloque social vírico para replantear un sistema de cuidados donde se asume la responsabilidad pública del Estado sobre los mismos para buscar equivalencias al valor de todo este trabajo no remunerado que hacen los cuerpos maternos? Para equilibrar el desajuste de ser un cuerpo mujer que asume un curro tan intenso, como es el trabajo materno, sin euros a cambio y en una condiciones logísticas/familiares confusas y dependientes.

¿Podríamos asignar un valor a los recursos invertidos, es decir, a la cantidad de horas de trabajo que se destinan en el desarrollo de los trabajos maternos y así poder estimar por costo de sustitución o por costo de oportunidad cual es el valor económico de toda esta cantidad ingente de horas trabajadas que asumen los cuerpos que cuidan?